Partíos ende los moros

Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.


LXIV





artíos ende los moros,
non pongáis mientes en al,
cuidá de los doloridos
y los muertos soterrad;
decidles á los cuitados
y á las cuitadas contad,
que el saber nueso en la guerra
es humildoso en la paz;
poned la fucia en facer
que me vengan á fablar,
porque les diga mi boca
toda la mi voluntad,
que non quiero sus faciendas
nin se las he de tirar,
nin para mis barraganas
sus fijas he de tomar,
que yo non uso mujeres
sinon la mía natural,
que en San Pedro de Cardeña
yace agora al mi mandar;

y mándovos yo, Alvar Fáñez,
si he poder de vos mandar,
vais por ella y por mis fijas,
mis fijas otro que tal.
Llevad treinta marcos de oro
con que se puedan guiar
para venir á Valencia
á la ver y á la gozar;
llevá otros tantos de plata
para San Pedro y su altar,
y entregadlos á don Sancho,
que ende yace por abad;
y al nobre rey don Alfonso,
mi buen señor natural,
llevá doscientos caballos,
bien guarnidos al mi usar;
y á los honrados judíos
Raquel y Vidas llevá
doscientos marcos de oro,
tantos de plata y non más,
que me endonaron prestados
cuando me partí á lidiar
sobre dos cofres de arena
debajo de mi verdad:
rogarles heis de mi parte
que me quieran perdonar,
que con acuita lo fice
de mi gran necesidad;
que aunque cuidan que es arena
lo que en los cofres está,
quedó soterrado en ella
el oro de mi verdad.
Pagáles la logrería
que soy tenudo á les dar
del tiempo que su dinero
he tenido á mi mandar;

y vos, Martín Antolínez,
le iredes á acompañar,
y las mis buenas venturas
á mi Jimena contad.
Diréis al rey don Alfonso
que me empreste su juglar,
porque á mi Jimena agrada
mucho el tañer y cantar.—
Aquesto dijera el Cid
después que ya entrado ha
en Valencia victorioso,
pues conquerido la ha.