Parnaso español 311
Ya salió, Lamia, del jardín tu rostro;
huyó la rosa que vistió la espina;
y la azucena huyó y la clavellina,
y, en el clavel, el múrice y el ostro.
Entro en el monte, a profesar el mostro,
tu cara reducida a salvajina;
toda malezas es, donde la encina
mancha a la leche el ampo del calostro.
Los que fueron jazmines son chaparros,
y cambroneras son las maravillas,
simas y carcabuezos, los desgarros.
Jarales yertos, manos y mejillas;
y los marfiles, rígidos guijarros.
¿Por qué te afeitas ya, pues te traspillas?