Parnaso español 303
¡Oh Jano, cuya espalda la cigüeña
nunca picó, ni las orejas blancas
mano burlona te imitó a las ancas:
que tus espaldas respetó a la seña!
Ni los dedos, con luna jarameña,
de la mujer parlaron faldas francas;
con mirar hacia atrás las pullas mancas,
cogote lince cubre en ti la greña.
Quien no viere después de haber pasado
y quien después de sí no deja oído,
ni vivirá seguro ni enmendado.
Eumolpo, esté el cerebro prevenido,
con rostro en tus ausencias desvelado:
que avisa la cigüeña con graznido.