Parnaso español 138
No llegó a tanta envidia de los hados,
ni bastó para tanto fuerza alguna;
temió quejas del mundo la Fortuna;
vio sus atrevimientos respetados.
Y veisle: yace en mármoles helados
(así lo quiere Dios) el que ninguna
diestra temió debajo de la luna;
el que armó con su pecho sus soldados.
La cana edad le perdonó piadosa;
la flaca enfermedad le guardó vida
con que buscar pudiera honrosa muerte.
Todo lo malogró mano alevosa,
quitando al mundo el miedo en una herida,
desmintiendo promesas a su suerte.