Parnaso español 114
Duro tirano de ambición armado,
en la miseria ajena presumido,
o la piedad de Dios llamas olvido,
o arguyes su paciencia de pecado.
Y puede ser que llegues obstinado
y de mordaz blasfemia persuadido,
a negarle el valor, cuando, ofendido,
crecer quiere el castigo dilatado.
No es negligencia la piedad severa;
bien puede emperezar, mas no olvidarse
la atención más hermosa de la esfera.
Estale a Dios muy bien el descuidarse
de la venganza que tomar espera:
que sabe, y puede, y debe desquitarse.