Parnaso español 106
En la heredad del pobre, las espigas
más gruesas te parecen, más opacas,
y ni en tus trojes la codicia aplacas,
no pudiendo sufrir su mies las vigas.
Arrójanle tus ansias enemigas
con laso cuello en su quiñón tus vacas,
para que, hambrientas, las que entraron flacas
le saquen la cosecha en las barrigas.
¡Oh cuántos lloran robos dolorosos
de la envidia opulenta! ¡Oh cuántos males
ocasionan vecinos poderosos!
Hasta que, a intersección de injurias tales,
les expongan los dueños querellosos
aquella posesiones ya venales.