Parabién al rey Fernando
Al clamor de la pública alegría en que el pecho español su aliento apura, de cuyos ecos a su cueva oscura huye bramando la Discordia impía, gozad ¡oh Rey! en tan dichoso día, nuncio veraz de siglos de ventura, la flor de gentileza y hermosura que la bella Parténope os envía. Nunca el vivo placer, Fernando augusto, que en vuestra frente generosa brilla, altere de fortuna el ceño adusto; y a tan plácida unión deba Castilla un príncipe feliz, clemente, justo, a quien doblen dos mundos la rodilla.