Mortal, que pisas la dichosa tierra,
donde yacen de CRAWFURD los despojos,
al tiempo que pasó torna los ojos,
verás los hechos que su tumba encierra.
Cuando en España la espantosa guerra
vistió de luto sus pendones rojos,
y un fiero usurpador trocó en abrojos
la mies dorada de su opima tierra;
CRAWFORD, ansioso de eternal memoria,
supo vengarla, hasta que en lid reñida
la misma brecha que trepó con gloria
le vio caer con una y otra herida,
que dio al inglés la palma de victoria
y al castellano libertad y vida.