Para leer a Carlos Castaneda
de Guillermo Marín Ruiz
X.- El lado activo del infinito

X. EL LADO ACTIVO DEL INFINITO.

Primera edición en inglés, 1999
Primera edición en español, 1999
Título original: The Active Side of Infinity.
Ediciones B, S.A.
Traducción de Brandon Scout.
Impreso en España.
342 páginas

Carlos Castaneda ha concluido la tarea encomendada de trasmitir la sabiduría tolteca, de acuerdo como se la enseñaron su maestro y su benefactor. Don Juan y Don Genaro ya son polvo en el camino. Castaneda saltó desde una montaña convertida en pirámide en la Sierra Norte de Oaxaca. Saltó a la profundidad de la segunda atención y entró de lleno, por el mismo, en el infinito.


Hasta aquí escribió los cuatro primeros libros sobre las técnicas para “barrer la isla del tonal” o lado derecho y prosiguió con los siguientes cuatro, que en tiempo humano, los escribió en una segunda etapa, pero que la enseñanza le fue dada en el primer periodo, solo que en el ámbito de la conciencia acrecentada, por lo que tuvo que “recordar” el conocimiento con sus compañeros de camada, las enseñanzas para el lado izquierdo y así poder “ensamblarlo” en un todo continuo.

En el noveno libro empieza una nueva etapa, tal vez, de un nuevo ciclo del linaje de un “nagual moderno”. En esta etapa no cuenta con su maestro y con su benefactor. Además, ellos mismos le hicieron saber que su linaje no tenía experiencia con el trato de las multitudes. Don Juan le hace saber que existen otros linajes y que cada uno es diferente y que no se conocen entre ellos, pero el de Don Juan, tiene una característica única que lo hace aún más diferentes a los demás.

La presencia de un nagual proveniente del primer ciclo de los toltecas, que tiene tal vez milenios de estar vivo y que le llaman “el inquilino”. Este oscuro personaje le ha dado a los naguales de este linaje, conocimientos y técnicas muy especiales, a cambio de energía para seguir viviendo.

Castaneda enfrenta el desafío de difundir este antiguo conocimiento llamado por la academia Toltecáyotl y por los practicantes toltequidad o brujería, entre las personas comunes y corrientes. Los siguientes libros perderán “el nivel”, no solo en el aspecto literario, sino en el discurso didáctico que tiene la obra. El mismo autor, menciona que en algunos momentos su maestro casi le dictaba, para que él escribiera ciertas conversaciones que Don Juan consideraba muy importantes.

Podríamos suponer, con el riesgo de errar, que los siguientes textos Castaneda incursiona en el conocimiento de la Toltecáyotl, pero ya no desde una “estructura programática”. Muchas de sus afirmaciones y relatos tienen un carácter muy personal, especialmente en el último libro “La Rueda del tiempo”. Y tal vez lo más novedoso es el onceavo libro “Pases Mágicos”, en donde se entrega “por escrito” las técnicas para practicar la “tensigridad”, la que más tarde estarán difundiendo estas prácticas a través de cursos y videos, algunos de los cuales han llegado a la Internet:

http://mx.youtube.com/watch?v=lauKs7tbtV8&feature=related INTRODUCCIÓN

La introducción es muy clara, en cuanto señala que el libro es una colección de los sucesos más memorables de su vida, que preparan al nagual para entrar en el lado activo del infinito. Estos sucesos, que tienen relación con las vivencias de las enseñanzas de Don Juan que duraron trece años. Estas historias son importantes, porque afectan al ser humano y no porque sean “historias de Carlos Castaneda”. Este es el sentido de la obra. Al leer las historias va cobrando mayor profundidad las enseñanzas, acaso porque Castaneda nos hace ver “el centro abstracto de estas historias de poder”.

Señala que la máxima aspiración de los toltecas, como la de todos las pueblos sabios de la antigüedad, fue el enfrentarse con “el viaje definitivo” que todos los seres humanos al final de la vida tenemos que hacer. La Toltecáyotl, como el Zoroastrismo, el Hinduismo o el Budismo, pretenden aportar una oportunidad a los seres humanos, “verdaderamente ambiciosos”, que aspiran a trascender el plano material de la existencia y después de la muerte, retener la conciencia y propósito individual. El mayor logro de un ser humano consciente.

Don Juan afirma que todos los seres humanos posemos “dos mentes”. La primera es la voz interior, totalmente nuestra, y que nos ofrece “orden, propósito y sencillez”. La segunda, la externa, siempre nos trasmite “conflicto, dudas, desesperanza, auto—afirmación”.

Vuelve hablar Don Juan sobre “el intento” y la define como una fuerza que existe en el universo. Los toltecas, dice Don Juan, llaman el intento para andar el camino del guerrero y siempre logran lo que se propone. Pero hace un señalamiento muy importante, afirma que se llama al intento para realizar acciones que tienen que ver con el espíritu, con lo abstracto.

El intento es esa fuerza que existe en el universo, pero que no está a la disposición de propósitos mundanos o para acciones grotescas nacidas de la vida ordinaria. No está a disposición del ego, la ignorancia o la estupidez humana.

La historia central es de una prostituta vieja que realiza “su espectáculo frente a unos espejos”. Es una historia triste donde los espejos de repente atrapan, fugazmente, imágenes propias del lector, en este grotesco vivir en la nada, de la nada y por la nada. Insensatas figuras ante el espejo de la vida.

“Don Juan consideraba que coleccionar los sucesos memorables en sus vidas era para los chamanes la preparación para entrar en esa región concreta que llamaban el lado activo del infinito...

Yo la veo simplemente como una historia triste, don Juan, pero eso es todo —declaré.

—Cierto, es una historia triste, igual que tus otras historias —contestó don Juan—, pero lo que la hace diferente y memorable es que nos afecta a cada uno de nosotros como seres humanos, no sólo a ti, como en tus otros cuentos. ¿No ves? Como Madame Ludmila, cada uno de nosotros, joven o viejo, de una manera u otra, está haciendo figuras ante un espejo. Haz cuenta de lo que sabes de la gente. Piensa en cualquier ser humano sobre esta tierra, y sabrás sin duda alguna, que no importa quién sea, o lo que piensen de ellos mismos, o lo que hagan, el resultado de sus acciones es siempre el mismo: insensatas figuras ante un espejo...” C.C.

UN TEMBLOR EN EL AIRE — UN VIAJE DE PODER

Castaneda relata la historia de cómo conoció a Don Juan en una estación de autobuses en Nogales, Estados Unidos, en la frontera con México. Es una historia de poder, que nos enseña que el intento guía los pasos que el espíritu nos hace recorrer hasta encontrar nuestro destino.

Castaneda relata como un amigo lo invita a hacer un recorrido por el desierto. El autor estaba dudando entre hacer un trabajo de investigación de campo o antropología urbana. Bill era un antropólogo investigador que, sintiendo la muerte próxima, desea irse a despedir de sus informantes indígenas y del desierto, que lo vio vivir sus mejores momentos. Castaneda no entiende el viaje que está realizando y en el último momento, cuando Bill lo lleva a la estación de autobuses, su amigo le señala a Don Juan y le dice que es un experto en plantas psicotrópicas, pero le advierte que es un anciano muy difícil de abordar.

Cuando Castaneda se dirige a Don Juan, éste lo deja hablar mientras lo observa. En ese breve encuentro, mientras Castaneda está blofeando sobre sus supuestos conocimientos que quiere intercambiar con Don Juan, éste lo atrapa con una profunda mirada que estremece sus cimientos y queda “enganchado” por el nagual. Don Juan lo invita a que lo visite y rápidamente aborda su autobús, desapareciendo de la escena.

Cuando su amigo le pregunta, qué fue lo que platicó con Don Juan, Castaneda no logra explicar, porque él sabe que Don Juan “le hizo algo con su mirada”, pero que lo invitó a que lo visitara, aunque no le dejó su dirección. Bill disgustado por los celos profesionales, ya que él jamás pudo abordar a Don Juan, le dijo que tal vez en Yuma lo podría localizar. Castaneda en vez de regresarse a Los Ángeles se dirige a Yuma en busca de Don Juan.

“Sin prestar atención a mis sentimientos de derrota, emprendí el viaje con él. Visitamos cada lugar donde había indios en Arizona y Nuevo México. Uno de los resultados finales de este viaje fue que descubrí que mi amigo antropólogo poseía dos facetas definidas. Me explicó que sus opiniones como antropólogo profesional eran muy mesuradas y congruentes con el pensamiento antropológico del momento, pero en lo personal, su trabajo de campo antropológico le había presentado experiencias de gran riqueza de las que nunca hablaba. Estas experiencias no eran congruentes con el pensamiento antropológico del momento porque eran sucesos imposibles de catalogar...” C.C.

EL INTENTO DEL INFINITO

Castaneda relata cómo fue en busca de Don Juan a la zona yaqui y sitúa la casa de Don Juan en una comunidad muy cerca de Potam, al Norte de Guaymas en el estado de Sonora, al Noroeste de México. Ahí encontró dos personajes yaquis que son el centro de esta historia. Uno fue Jorge Campos y el otro Lucas Coronado, uno era un estafador barato, “un mercenario despiadado, desvergonzado y burdo” y el otro un “artista super—sensible, atormentado, débil y vulnerable”, dos extremos de la misma personalidad de Castaneda antes de conocer a Don Juan.

Estos personajes le llevaran a Don Juan y en la historia, Don Juan le demuestra a Castaneda que los dos lo llevaron “al umbral del infinito”. Castaneda tuvo que valerse de todo su poder personal para “encontrar” a su maestro. Don Juan esperaba esta demostración de poder para confirmar lo que “vio” en Castaneda en la estación de autobuses.

Don Juan le dice a Castaneda que en especial, Jorge Campos el estafador, tiene mucho significado para él. De alguna manera, esta faceta de Castaneda ha sido enunciada contra él, especialmente de la academia y los antropólogos. Mucha gente afirma que Castaneda es un embaucador y un farsante, y él, en repetidas ocasiones en sus libros, entrevistas y conferencias ha señalado que su trabajo es una “autobiografía” honesta, de lo que le sucedió al entrar en contacto y penetrar la sabiduría tolteca.

Los dos hombres que llevaron a Castaneda con Don Juan, encontraron la muerte. Pero el final de la historia de Lucas Coronado es conmovedora. Está enfermo de muerte y no acepta la ayuda de Don Juan ni de Castaneda, porque piensa que su salvación está en una medicina que anuncian en la radio que es muy efectiva para todos los males. Don Juan le dice a Castaneda que la humanidad está igual que Lucas Coronado, “no quiere saber nada. Oye solamente lo que quiere oír”.

De alguna manera, pasa lo mismo con la obra de Castaneda, mucha gente “entiende”, lo que quiere entender de las lecturas. Y usa a las enseñanzas de Don Juan, como un medio y un pretexto para acrecentar su ego y usar majaderamente a las personas.

“—Jorge Campos y Lucas Coronado son los dos extremos de un eje —dijo—. Ese eje eres tú: en un extremo, un mercenario despiadado, desvergonzado y burdo que se encarga sólo de sí mismo; horrendo pero indestructible. En el otro extremo, un artista súper sensible, atormentado, débil y vulnerable. Éste debería haber sido el mapa de tu vida, si no fuera por la aparición de otra posibilidad, la que se abrió cuando cruzaste el umbral del infinito. Me buscaste y me encontraste; y entonces, cruzaste el umbral. El intento del infinito me dijo que buscara a alguien como tú. Te encontré, cruzando también así el umbral...” C.C.

¿QUIÉN ERA JUAN MATUS, EN RELIDAD?

Castaneda relata “el centro abstracto de las historias de poder” de su encuentro con Don Juan. Tanto las personas que intervinieron, así como los hechos “casuales” que se dieron para que se encontraran en esa estación de autobuses, más lo que Castaneda llama “interrupción”, que tuvo cuando Don Juan lo miró y que le produjo una sensación física muy especial, que lo obsesionó para posteriormente buscarlo.

“—Sin que supieras nada —continuó, te inicié en una búsqueda tradicional. Tú eres el hombre a quien buscaba. Mi búsqueda terminó cuando te encontré, y la tuya cuando me encontraste ahora…” C.C.

Aquí Castaneda hace una descripción física de Don Juan, dice que cuando lo conoció a principios de los años sesentas, Don Juan tenía ochenta años, pero que su hijo se veía mucho más grande que él. Castaneda describe a Don Juan como un hombre musculoso y decisivo. Que caminaba con agilidad, pero que no tenía un paso fino. Su andar era firme y ligero. Señala que la imagen era de un hombre anciano que era fuerte y se movía como un joven atlético, que irradiaba vitalidad y propósito.

Castaneda escribe que Don Juan tenía la cara casi redonda, sin ser gordo. Los ojos de Don Juan era lo que más llamaban la atención. Ojos oscuros, como chispazos de obsidiana que brillaban con una luz muy especial. Tenía las espaladas y un estómago plano y siempre se veía como “bien plantado en el suelo”. A pesar de su edad no le temblaban las rodillas o los brazos y medía alrededor de un metro sesenta.

Generalmente vestía pantalón y camisa de color caqui, usaba guaraches y sombrero de paja. En los trece años que interactuó como aprendiz de la Toltecáyotl, siempre se asombró de la capacidad física, tanto para caminar largas distancias, subir montañas, como ejecutar abruptamente rápidos movimientos que requerían elasticidad, fuerza y coordinación asombrosa, imposibles de ver en un anciano de más de noventa años. El sentido del humor y la sobriedad, así como la finura en el trato de Don Juan, tenía cautivado a Castaneda. El prefecto uso y conocimiento del idioma español es algo que comenta en varias ocasiones Castaneda a lo largo de la obra y reconoce que, le permitieron “entender” conceptos muy abstractos y complejos, de los que en sí, es muy difícil hablar.

Pero tal vez, lo que más sorprendió a Castaneda, al punto de verdaderamente aterrarlo, es cuando en una ocasión lo “encontró” en la Ciudad de México, vestido impecablemente con un traje de tres piezas, cortado a la medida y con modales que lo hacían pasar por un “noble caballero” de la alta burguesía. O cuando en Guaymas lo vio actuar como un viejito senil e incoherente, al borde de un colapso circulatorio.

Don Juan es descrito por Castaneda como “un guerrero—viajero”, completo, exacto y perfecto, que nunca subestima o sobrestima nada. Siempre en equilibrio, sin subir al cielo o bajar al infierno. Sin enojos y resentimientos, sin importancia personal y con el destino controlado que fluye ligero, desapegado y paciente. Vacío de actitudes y sentimientos mundanos, su vacío reflejaba “el infinito”.

Dos cosas extraordinarias de la personalidad de Don Juan. Una era que podía pasar desapercibido en medio de una multitud. La libertad ilimitada de ser un desconocido y la impecabilidad en el arte del acecho, serían las cartas credenciales de Don Juan. La otra es que Don Juan, como todos los aprendices, trabajaba. En efecto, Don Juan a pesar de ser un extraordinario nagual, “en el mundo de todos los días trabajaba” como cualquier mortal. Castaneda señala que era muy común que le dijera que tenía que hacer algunos negocios, y Castaneda creía que era un eufemismo, pero lo cierto es que el nagual atendía la venta de plantas medicinales, que distribuía en varias plazas del país.

De lo que se desprende que, para tener dominio del mundo del nagual, antes que nada, se requiere tener un pleno dominio del mundo del tonal. El mundo cotidiano es la base y sustento de lo que somos como personas, y ese mundo, para entrar a la Toltequidad, debe estar totalmente equilibrado. Como dijo Don Juan, “un guerrero no se puede estar muriendo de hambre en su mugrosa casa”.

Alguna ocasión, al que escribe, le tocó conocer a Castaneda en la fallida presentación de un libro en la librería del Fondo de Cultura Económica, que en ese entonces estaba en la avenida Universidad y la calle de Parroquia, en la Colonia del Valle, Ciudad de México. Después de mucho esperar a Castaneda al lado del micrófono, en donde hablaría y con una librería a punto de reventar.

Castaneda apareció por breves momentos. Su aspecto era de un hombre maduro, de más de cincuenta años, de cabello rizado, nariz recta y ancha, ojos pequeños, levemente cacarizo, de estatura mediana tirando a pequeña, extremadamente fornido, pero no musculoso, con unas manos pequeñas y una voz chillona. El aspecto de Castaneda, con un traje ligero y brilloso, con un inmenso portafolios, podía ser más el de un representante médico que de un nagual. Con ese disfraz, nadie lo reconocería.

"—Ser chamán continuó don Juan no significa practicar hechizos, o tratar de afectar a la gente, o ser poseído por los demonios. El ser chamán significa alcanzar un nivel de consciencia que da acceso a cosas inconcebibles. El término «brujería» no tiene la capacidad de expresar lo que hacen los chamanes, ni tampoco el término «chamanismo». Las acciones de los chamanes existen exclusivamente en el reino de lo abstracto, de lo impersonal. Los chamanes luchan para alcanzar una meta que nada tiene que ver con la búsqueda del hombre común. Los chamanes aspiran a llegar al infinito, y a ser conscientes de ello...

Contestó que sus pasos y los míos fueron guiados por el infinito, y que circunstancias que

parecían ser regidas por el azar fueron en esencia guiadas por el lado activo del infinito. Lo llamó intento.

—Lo que nos reunió a ti y a mí —siguió, fue el intento del infinito. Es imposible determinar lo que es este intento del infinito, sin embargo está allí, tan palpable como tú y yo. Los chamanes dicen que es un temblor en el aire. La ventaja de los chamanes es el saber que existe el temblor en el aire y asentir a él sin más. Para los chamanes no hay cavilaciones, preguntas, especulaciones. Saben

que todo lo que tienen es la posibilidad de unirse con el intento del infinito, y lo hacen...” C.C.

EL FINAL DE UNA ERA

LAS PROFUNDAS PREOCUPACIONES DE LA VIDA COTIDIANA

Castaneda relata cómo se fue “perturbando” su mundo conocido, al irse metiendo en las enseñanzas de Don Juan. La comodidad y la intrascendencia lo empezaron a sofocar. Esto lo llevo a tratar de cambiar de ciudad y universidad, pero lo grotesco de ese mundo que veía como se alejaba o como él se desajustaba de lo cotidiano. Empezó a verse reflejado en la vacuidad de sus amigos. Y como Don Juan le explica lo que él, en apariencia, no entiende.

No solo las enseñanzas de un chamán pueden cambiar la vida de una persona. Los lectores de la obra de Castaneda que intenten de manera inflexible y usando toda su fuerza de voluntad. Con la mayor de las disciplinas y responsabilidad aplicar en su vida cotidiana las técnicas que Castaneda relata en “Viaje a Ixtlán” para “limpiar la isla del tonal”, definitivamente cambiarán la vida del escrupuloso practicante. En síntesis, el simple ahorro de energía, potencia al individuo y lo saca de su pereza y banalidad existencial.

“—Tu mundo se termina —dijo—. Es el final de una era para ti. ¿Crees que el mundo que has conocido toda tu vida te va a dejar, pacíficamente, sin más? ¡No! Va a estar revolcándose debajo de ti y dándote de golpazos con la cola…” C.C.

LA VISITA QUE NO SE PUEDE SOPORTAR

Castaneda nos relata que la ciudad de Los Ángeles siempre ha sido su hogar. No se sabe con exactitud en dónde nació, y es realmente poco importante. El nagual moderno logró acabar con su historia personal y eso es lo que cuenta. Pero las pocos datos apuntan a que nació en Brasil, pero adolescente se fue a vivir a California, Estados Unidos.

Esta pequeña historia nos habla de lo difícil que resulta salir del mundo en donde las personas se encierra. Relata la historia de un amigo que insistentemente quería huir de los Ángeles e irse a vivir a Nueva York, y que siempre le resultaba imposible. Y cuenta como él mismo también lo quiso hacer y fracasa ante un psicólogo desequilibrado y un maestro antropólogo que resulta un fiasco. Castaneda tampoco puede salir por la puerta fácil de su propia jaula.

“Busqué ávidamente la compañía de don Juan. Dejé todo pendiente en Los Ángeles para hacer el viaje a Sonora. Le conté del humor extraño en que me encontraba con mis amigos. Llorando

de remordimiento, le dije que había empezado a juzgarlos.

—No te aloques por nada —me dijo don Juan calmadamente—. Ya sabes que una era entera de tu vida está por terminar, pero la era no termina hasta que muera el rey.

—¿Qué quiere decir con eso, don Juan?

—Tú eres el rey y tú eres exactamente como tus amigos. Ésa es la verdad que te tiene sacudiéndote en tus pantalones. Una cosa que puedes hacer es aceptar las cosas como son, que claro, no lo puedes hacer. La otra, es decir: «Yo no soy así, yo no soy así», y repetir que tú no eres así. Pero te prometo que va a llegar el momento en que te vas a dar cuenta de que sí eres así...” C.C.

LA CITA INEVITABLE

En esta historia, Don Juan le dice algo muy importante a Castaneda, algo que sintió, como un augurio, cuando estaba por encontrar a Castaneda en la estación de autobuses. Le dijo que él presentía el final, y al principio creyó que se trataba del final de su vida. Pero más tarde se dio cuenta que era el final de su antiguo linaje. Una señal muy importante para un hombre de conocimiento. El poder le envió a Castaneda y al mismo tiempo el instrumento que daba fin a un legado de veintisiete naguales, que inició antes de la conquista española.

Este dato es relevante, pues efectivamente, con Don Juan se termina un antiguo linaje y tal vez, con Castaneda, nace un nuevo tipo de linajes. Toltecas modernizados. Eso podría explicar la actual confusión que se te tiene en torno a los herederos del legado de Castaneda. Todo mundo espera que los discípulos de Castaneda logren estructurar una propuesta que responda a la necesidad de que el conocimiento tolteca llegue a un mayor número de personas. Lo cierto es que se muere para renacer.

Don Juan le habla de la muerte, de cómo el huevo luminoso tiene una parte que tiene una variación en el resplandor y que cuando esta se abre, la muerte entra con toda la furia para desintegrar y fundirlo en el infinito. La muerte de su amigo Bill es manejada con destreza por Don Juan y le hace ver que el problema es que la gente común piensa que tiene todo el tiempo del mundo para dudar o errar. Le dice que la diferencia entre un guerrero y un hombre común, es que el guerrero sabe que no tiene tiempo y actúa en consecuencia. La muerte lo hace estar alerta.

Don Juan le dice que los chamanes antiguos creían que existe tristeza en el universo y los toltecas conocieron “el dardo de la tristeza universal”. Don Juan le relata la historia del Gran Garrick.

“»La condición de los chamanes —siguió don Juan—, es que la tristeza para ellos es abstracta. No viene de codiciar o de necesitar algo o de la importancia personal. No viene del yo. Viene del infinito. La tristeza que sientes por no haberle dado las gracias a tu amigo ya tiende hacia esa dirección…” C.C.

EL PUNTO DE RUPTURA

En las enseñanzas de la toltequidad, existe un punto en el que el aprendiz tendrá que “romper” con su antiguo ser y con su antiguo mundo. Esta ruptura propicia el “silencio interno”, es decir, “detener el dialogo interno”; en otras palabras, detener la “percepción común del mundo”. Es decir, todo lo que les rodea deja de ser como siempre ha sido y el aprendiz percibe el mundo de manera diferente, a través de los sentidos, no a través de la mente.

Como muchas enseñanzas ancestrales, los toltecas, supieron que sí se detiene la descripción que la mente hace del mundo que le rodea, el mundo cambia. Por ello, el silencio interno, es buscado por estos pueblos antiguos por diferentes vías pero con los mismos resultados, es decir, la cesación de los pensamientos.

Estas técnicas buscan llegar a la naturaleza verdadera del ser humano, los toltecas le llamaban, “la libertad total”. Cuando se llega a este punto, el ser humano deja de ser un esclavo de la mente y de los pensamientos que conforman un mundo aburrido y aterrador. El ser humano es libre de percibir “la realidad” de muchas formas increíbles, sin las cadenas de la mente.

Don Juan en la plaza de Hermosillo, Sonora, le pide a Castaneda que deje a sus amigos y su mundo cómodo y dulzón, sí es que quiere seguir con las enseñanzas. Le pide que muera su persona, no su cuerpo. Don Juan afirma que son cosas distintas, porque en lo esencial el cuerpo tiene muy poco que ver con la persona. El cuerpo está conformado de energía y la mete de ideas que otros nos han metido.

Don Juan le dice una metáfora devastadora a Castaneda, que tiene que ver con un sucio y destartalado hotel que un día visitaron, el cual compra con su inútil y aburrida vida que le manda cambiar.

"—Ese hotel —dijo don Juan, señalándolo con el dedo—, es para mí la verdadera representación de la vida en esta tierra para la persona común y corriente. Si tienes suerte o eres despiadado, conseguirás un cuarto con vista a la calle, donde podrás ver este desfile interminable de la miseria humana. Si no tienes tanta suerte o no eres tan despiadado, tendrás un cuarto adentro, con ventanas que dan a la muralla del edificio contiguo. Piensa en pasar toda una vida entre esas dos vistas, envidiando la vista a la calle si estás adentro, y envidiando la vista a la muralla si estás afuera, cansado de mirar la calle..." C.C.

LAS MEDIDAS DE LA COGNICIÓN

Castaneda escribe que desde el principio de las enseñanzas, Don Juan trató de introducirlo al mundo cognitivo de los toltecas del Anáhuac. Don Juan afirmaba que la manera en que se daba el proceso de cognición entre los toltecas y la cultura occidental es totalmente diferente.

Castaneda comenta que para él, en esos momentos, cognición era una forma de comunicarse a través de un lenguaje determinado. Para los toltecas es diferente, pues perciben el mundo como un número infinito de campos de energía que conforman el universo como filamentos luminosos. Los filamentos luminosos, que están en el huevo energético, actúan como un organismo.

El ser humano común, al recibir los estímulos energéticos del mundo que le rodea los transforma en ideas. Los toltecas perciben el mundo que les rodea solo como energía y se liberan de la esclavitud de las descripciones de las ideas. Por eso los seres humanos comunes viven sus ideas y los toltecas sus actos. Por eso el mundo de los toltecas no tiene equivalentes en el mundo cotidiano.

Castaneda le cuenta a Don Juan de la excelente impresión que le causó un profesor que era experto en los fenómenos de cognición. Castaneda es subyugado por el discurso del profesor Lorca y se vuelve su devoto alumno. Don Juan le dice que no debe admirar a la gente a la distancia, porque es la forma más segura de crear seres mitológicos. Lo invita a que lo conozca como ser humano y le dice que, si lo que dice termina siendo tan solo palabras, no vale nada.

Don Juan le sugiere que se retire y que entienda que el profesor ya le dio todo lo que le podía dar. Don Juan dice que una de las artes más elevadas de los toltecas es saber cuándo retirarse. Dijo que lo que diferenciaba a los toltecas de los seres humanos comunes es que los primeros saben que van camino a la muerte y los segundos se comportan como inmortales, que tienen todo el tiempo del mundo para errar, enojarse y perder el tiempo. Los toltecas siempre están en una “guerra florida”, todo es una batalla de vida o muerte, lo más insignificante que hacen tiene una poderosa razón dentro de una estrategia. Y tienen siempre una poderosa y sabia consejera que nunca le va a mentir. La muerte es quien les susurra al oído que todo es efímero y que no tienen tiempo.

"—Somos seres que vamos camino a la muerte —dijo—. No somos inmortales, pero nos

comportamos como si lo fuéramos. Ésta es la falla que nos tumba como individuos y nos va a tumbar como especie algún día...

»El profesor Lorca es sensato cuando habla —continuó don Juan—, porque tiene la preparación para usar las palabras acertadamente. Pero no está preparado para tomarse en serio como un hombre que va a morir. Como es inmortal, no sabría hacerlo. No hace ninguna diferencia que los científicos construyan máquinas complejas. Las máquinas no pueden de ninguna manera

ayudarle a nadie a enfrentarse a la cita inevitable: la cita con el infinito..." C.C.

AGRADECIENDO

Esta historia tiene como base que los guerreros viajeros del infinito, no dejan cuentas pendientes en el mundo de los afectos. Le sugiere que debía arreglar las cuentas pendientes que tenía con dos mujeres que había amado y con las cuales terminó mal y jamás volvió a ver. Dijo que se tenía que hacer un pago simbólico para apaciguar al infinito.

Don Juan le dice a Castaneda que los guerreros viajeros eran pragmáticos y que no estaban involucrados en las redes de sentimentalismos, nostalgia o melancolía. Que los guerreros solo estaban entrenados para las batallas floridas y estas son batallas sin fin. El guerrero viajero que está a punto de sumergirse en el infinito, se detiene un instante para tener un gesto con aquellas personas que le favorecieron.

"—Vence tu autocompasión ahora mismo —me ordenó—. Vence la idea de que estás herido, y ¿qué te queda como residuo irreductible?

Lo que me quedaba como residuo irreductible era el sentimiento de que les había hecho mi máximo regalo a las dos. No con el ánimo de renovar nada, ni de hacerle daño a nadie, incluyendo a mí mismo, pero en el verdadero espíritu del guerrero—viajero cuya única virtud, me había dicho don Juan, es mantener viva la memoria de lo que le haya afectado; cuya sola manera de dar las gracias y

despedirse era a través de este acto de magia: de guardar en su silencio todo lo que ha amado..." C.C.

MÁS ALLÁ DE LA SINTAXIS EL ACOMODADOR

En esta historia, Castaneda narra un acontecimiento muy importante de su infancia en la casa de su abuelo, quien lo enseño a jugar muy bien billar a pesar de su corta edad. Esto lo lleva a verse envuelto con un mafioso que lo invita a jugar en la noche con altas apuestas a su favor. Y en el momento culminante de la historia, el mafioso le pide que pierda la partida decisiva, porque él apostará toda su fortuna en su contra y de no hacerlo lo amenaza. El abuelo se lleva a Castaneda a otra ciudad y él no tiene que tomar la decisión.

Sin embargo, Don Juan le da una descripción muy detallada de lo que significa la recapitulación desde el punto de vista energético. Le dice que los toltecas descubrieron que el universo es un inconmensurable campo energético compuesto por filamentos luminosos.

Vieron que estos campos energéticos se configuraban en corrientes de fibras luminosas, que se conformaban como torrentes constantes, perennes en el universo y que una de éstas, que se relacionaba con la recapitulación le llamaron “el oscuro mar de la conciencia” o el Águila. Que los seres vivos del universo se encontraban unidos al “oscuro mar de la conciencia” en un punto luminoso de su huevo energético al que los toltecas llamaron “punto de encaje”.

En el punto de encaje de los huevos luminosos, convergen y atraviesan millones de campos energéticos, integrados por esos filamentos luminosos. Estos campos energéticos al pasar por el punto de encaje se convierten en “data sensorial” que se interpreta como, “el mundo que nos rodea”. A este fenómeno los toltecas le llamaron “el resplandor de la conciencia”. De modo que a lo que llamamos sentidos, son grados de conciencia.

Los toltecas que iniciaron el nuevo ciclo de linajes, descubrieron que “el oscuro mar de la conciencia” o El Águila, devoraba en el momento de la muerte la conciencia del huevo luminoso que se está desintegrando. Los toltecas también observaron que el Águila, dudaba un poco en devorar la conciencia de los guerreros que habían hecho su recapitulación. Por lo que dedujeron que, el Águila o “el oscuro mar de la conciencia”, solo devora “la conciencia de la experiencia de vida, pero no toca la fuerza vital.

Para hacer la recapitulación se requiere del recuerdo de un suceso que nos conmueva hasta los más profundos cimientos existenciales, para empezar a sacar, lo que él llama, la basura de todos los recuerdos. A ese suceso los toltecas le llamaron “el acomodador”.

"—Los chamanes que vinieron después de las agitaciones apocalípticas que te contaba —continuó—, vieron que al momento de la muerte el oscuro mar de la conciencia tragaba, por decirlo así, la conciencia de las criaturas vivas a través del punto de encaje. También vieron que el oscuro mar de la conciencia tenía un momento de, digamos, vacilación al enfrentarse con chamanes que habían hecho un recuento de sus vidas. Sin saberlo, algunos habían hecho ese recuento tan minuciosamente, que el oscuro mar de la conciencia tomaba la conciencia de sus experiencias de vida; pero no tocaba su fuerza vital. Los chamanes habían descubierto una verdad gigantesca acerca de las fuerzas del universo: El oscuro mar de la conciencia sólo quiere nuestras experiencias de vida, no nuestra furza vital..." C.C.

LA INTERACCIÓN DE LA ENERGÍA EN EL HORIZONTE

Castaneda empieza a ver los frutos de “la recapitulación” y el “infinito” baja a darle un leve toque. Tal vez, lo más trascendente de la información que Don Juan le da a Castaneda (viéndola de manera externa), es aquella que tiene que ver con “el más allá”, desde el aspecto filosófico. En efecto, en la filosofía occidental, al tratar de resolver la tercera pregunta ontológica, “a dónde iré después de la muerte”, las filosofías y las religiones han creado un mundo conceptual muy complejo y barroco, a tal punto, que muchas veces es difícil de comprender.

El linaje de Don Juan, que es uno de los muchos que existen como herencia de la Toltecáyotl y que ha sufrido cambios muy importantes debido a la información y técnicas que le suministró “el inquilino”. Ofrece una respuesta muy sencilla y contundente, sobre qué pasa en la muerte. La propuesta del linaje de Don Juan es que, aquello que ellos llaman “El Águila”, lo inconmensurable o como decían los Viejos Abuelos, “El dueño del cerca y del junto”. Esta fuerza solo reclama “como alimento” la conciencia del ser que muere, más no necesariamente “su fuerza vital”. La recapitulación es la opción secreta que los toltecas tienen para no diluirse en el infinito.
“Después de otro largo silencio, don Juan explicó que los chamanes del México antiguo creían, como ya me había dicho, que tenemos dos mentes y que sólo una de ellas es la nuestra. Yo siempre había comprendido que nuestras mentes tenían dos partes, y que una de ellas se mantenía en silencio porque la fuerza de la otra parte le negaba poder expresarse. Fuera lo que dijera don Juan, siempre lo había tomado como un medio meta-fórico para quizás explicar el dominio aparente del hemisferio izquierdo del cerebro sobre el derecho, o algo por el estilo. —La recapitulación contiene una opción secreta —dijo don Juan—. Tal como te dije que la muerte contiene una opción secreta, una opción que sólo los chamanes utilizan. En el caso de la muerte, la opción secreta es que los seres humanos pueden retener su fuerza vital y renunciar solamente a su consciencia, el resultado de sus vidas. En el caso de la recapitulación, la opción secreta que sólo los chamanes eligen es la de acrecentar sus verdaderas mentes…” C.C.

VIAJES POR EL OSCURO MAR DE LA CONCIENCIA

Toda la obra de Castaneda puede verse como la construcción de una cebolla. Con finas capas se va envolviendo “la magia del Espíritu”. El lector tendrá que leer una y otra vez, “las historias de poder”, hasta encontrar su “centro abstracto”. Sí el lector no tiene suficiente “poder personal”, la lectura será amena pero intrascendente. Pero sí logra penetrar poco a poco en esa “cebolla literaria”, empezará a quitar una a una, las delicadas capas de conocimiento y cada vez más, tendrá una percepción más profunda y al mismo tiempo “perturbadora” de las enseñanzas de Don Juan.

A través de lo que se aprecia de primer momento como “parábolas” y “cuentos de indios”, va el lector descubriendo que son conceptos perfectamente claros y demoledores de nuestro mundo dócil y domesticado. La obra en general, además de provocadora es aterradora. Deja al profundo lector desnudo de ideas protectoras, por ende, indefenso. Razón por la cual, muchos “eruditos de la razón”, desechan la obra y la tachan de fantasiosa. Pero los años pasan y la obra sigue ahí, inconmovible.

Don Juan le explica a Castaneda que por el hecho de estar “recapitulando” ha empezado a disponer de mayor energía. Esto le ha dado suficiente “silencio interno”, lo que a su vez le permite romper la “continuidad del tiempo”, la cual nos ata totalmente a “nuestro mundo”.

En toda la obra Don Juan siempre le dice a Castaneda que, el movimiento del “punto de encaje” es la llave maestra para abrir las compuertas del conocimiento tolteca. La “realidad” es una de las tantas realidades que nos rodean y que no las percibimos. Don Juan afirma que existen alrededor de seiscientas.

El “ensoñar” es el arte que permite al guerrero “cambiar” el punto de encaje a otra realidad que generalmente no percibimos. Este arte fue descubierto por los hombres de conocimiento del México Antiguo, al ver que cuando un individuo sueña, se mueve levemente de manera natural su punto de encaje. Desarrollar esta facilidad natural al punto de poder percibir mundos verdaderos en otras realidades. La “atención de ensueño” es la posibilidad de prestar atención específica o de enfocar un tipo de conciencia especial sobre elementos de un sueño común.

“A lo largo de mi aprendizaje, don Juan también me había dicho que los chamanes se dividían en dos grupos: un grupo consistía en ensoñadores; el otro en acechadores. Los ensoñadores eran los que desplazaban el punto de encaje con gran facilidad. Los acechadores eran aquellos con gran facilidad para mantener el punto de encaje fijo en esa nueva posición. Los ensoñadores y los acechadores se complementaban y trabajaban en parejas, afectando uno al otro con sus proclividades innatas.
Don Juan me había asegurado que el desplazamiento y la fijación del punto de encaje podía llevarse a cabo por voluntad propia por medio de la disciplina de mano de hierro de los chamanes...

Además, me explicó don Juan que el arte de la brujería consiste en manipular el punto de encaje y hacerlo cambiar de posiciones a voluntad sobre las esferas luminosas que son los seres humanos. El resultado de esta manipulación es el cambio en el punto de contacto con el oscuro mar de la conciencia, que nos trae como su concomitante, un fardo diferente de billones de campos de energía bajo la forma de filamentos luminosos que convergen sobre el punto de encaje. La consecuencia de estos nuevos campos de energía que convergen sobre el punto de encaje, es que una conciencia diferente a la necesaria para percibir el mundo cotidiano entra en acción, transformando esos nuevos campos de energía en datos sensoriales, datos sensoriales que se interpretan y se perciben como un mundo diferente porque los campos de energía que lo engendran son diferentes a los conocidos...

El arte del guerrero—viajero es tener la habilidad de moverse con la más tenue insinuación, el arte de asentir a todo mando del infinito. Para hacer esto, el guerrero viajero necesita destreza, fuerza, y sobre todo, sobriedad. Estos tres puestos juntos, dan como resultado... ¡la elegancia!...

—Es increíble pero no es invivible —dijo—. El universo no tiene límites, y las posibilidades que se dan en el universo son en verdad inconmensurables... C.C.

LA CONCIENCIA INORGÁNICA

Don Juan le enseña a Castaneda que “El oscuro mar de la conciencia” es la fuerza perenne que los toltecas descubrieron y que mantiene al universo. Y que no solo le da la capacidad de la conciencia a los seres orgánicos, sino también a entidades que no tienen organismo. Es decir, que existen entidades que tienen conciencia pero no organismo y que viven en un mundo paralelo al nuestro.

Los toltecas siempre manejaron este principio de “dualidad divina” y le llamaron en el nivel religioso Ometeótl. Principio creador en el que todo cuanto nos rodea está compuesta de un par de opuestos complementarios. De ahí se desprende el concepto que la maestra Séjourné[1] llamó “Quincunce” y que está presente en los diseños, grecas y en la arquitectura.

Don Juan le dice a Castaneda que los toltecas descubrieron que el universo está constituido de fuerzas gemelas, que se oponen y se complementan. De modo que somos vecinos de un mundo gemelo y complementario, en dónde existen entes que no tienen organismo pero sí conciencia. A estos seres los toltecas les llamaron “seres inorgánicos”.

Para los dos, orgánicos e inorgánicos, la muerte es el resultado de que su conciencia es absorbida por el “oscuro mar de la conciencia”. Su conciencia individual repleta de sus vivencias, que fueron guardándose a lo largo de toda su vida, de súbito rompe sus parámetros y la conciencia como energía, es absorbida por el “oscuro mar de la conciencia” para perderse en la inmensidad del todo y la nada.

Según Don Juan, lo toltecas descubrieron que los seres humanos somos los únicos seres con conciencia, que la muerte puede llegar a ser la unificación de la conciencia, y no, como es común, la disolución de la conciencia en el “oscuro mar de la conciencia”. En efecto, el ser humano está constituido por una serie de organismos y sistemas que lo hacen ser. El “ser” depende del bienestar y armonía de cada uno de ellos, pero sí logra “desprenderse” de ellos y unificarse solo en la energía de la conciencia, llega a la unidad indivisible y a “la esencia” del Ser.

Cuando un tolteca llega a ese punto, su cuerpo no se descompone, se convierte en energía. Una energía que no está fragmentada y que tiene conciencia. De otra manera, los límites de la conciencia son impuestos por el organismo. Cuando se unifica la energía consciente se acaban los límites. Cuando los toltecas unifican su energía se convierten en ¡seres inorgánicos!, que según Don Juan vivirán hasta que el planeta muera, porque la Tierra es su matriz.

Para los toltecas, en ese universo energético inconmensurable, existían una clase de seres inorgánicos que tienen una conciencia infinitamente más aguda y veloz que la de los seres humanos. Que de alguna manera eran parecidos en la forma de ser a los humanos, por lo cual podían establecer vínculos y hasta una relación simbiótica con los seres humanos. A esta clase de seres inorgánicos les llamaron los exploradores y los toltecas los convirtieron en sus aliados.

“La energía es el residuo irreductible de todo. Por lo que a nosotros se refiere, ver energía directamente es lo máximo para un ser humano. Quizás hay otras cosas más allá de eso, pero no están a nuestro alcance...

Me explicó don Juan que ese día había lograda transformar la forma antropomórfica de los seres inorgánicos en su esencia: una energía impersonal consciente de sí misma...

Lo más sobrio que se puede hacer, según el chamán, es relegar esas entidades a un nivel abstracto. Cuanto menos interpretaciones haga el chamán, mejor.

—Desde ahora en adelante —continuó—, cuando te enfrentes a la visión extraña de una aparición, mantente firme y quédate mirándolo desde una postura inflexible. Si es ser inorgánico, tu interpretación se va a caer como las hojas muertas. Si nada pasa, es una pendejada de aberración de tu mente, que de todas maneras no es tu mente...” C.C.

LA VISTA CLARA

Don Juan afirma que los “guerreros-viajeros” requerían amar al conocimiento, no importa la manera en que se exprese. Los toltecas sabían que los seres humanos eran tan solo viajeros en el “mar obscuro de la conciencia” y que la Tierra era solo una parada en ese viaje.

En la Toltecáyotl los tlamatinimes[2] transmitían el conocimiento a base de la poesía. De ahí que el concepto de “Flor y canto” se refería simbólicamente a Belleza (que es equilibrio) y a la Sabiduría (que se expresa en la poesía) como el canto. El concepto de ese viaje y de la temporalidad de la existencia queda plasmado en el siguiente verso de los “Cantares Mexicanos”:

“¿Acaso en verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra,
Solamente un poco aquí.

Aunque sea jade, se rompe.
Aunque sea oro, se hiende.
Y el plumaje de quetzal se quiebra.

No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.”

Don Juan le hace ver a Castaneda que no debe “ensartarse” con sus semejantes. Le dice que “los que te rodean” no tienen la culpa de vivir sin un propósito de guerrero, cayendo de error en error. No tienen la culpa, no tienen la oportunidad de “darse cuenta”. No tienen otra forma de encarar el mundo y la vida. Le dice que la “culpa” es de él por juzgarlos y al hacerlo se recibe lo peor de ellos. El desafío es aceptar a la gente como es y dejarlos en paz.

“—Los guerreros viajeros no se quejan —prosiguió don Juan—. Toman todo lo que les da el infinito como desafío. Un desafío es eso, un desafío. No es personal. No puede interpretarse como maldición o bendición. Un guerrero—viajero o gana el desafío o el desafío acaba con él. Es mucho más excitante ganar, así es que ¡gana!... —Éstos son los vaivenes de la vida cotidiana —dijo don Juan—. Ganas y pierdes, y no sabes cuándo ganas y cuándo pierdes. Éste es el precio que se paga por vivir bajo el dominio del auto—reflejo...” C.C.

SOMBRAS DE BARRO

Para el lector atento, Don Juan, pese a sus descabelladas propuestas, eran un ser práctico y sus enseñanzas a pesar de ser aterradoras, se perciben en términos realistas y con un estilo de sobriedad.

Una de las propuestas más incómodas y perturbadoras de las enseñanzas de Don Juan, que no es más que una línea de conocimiento de las tantas que los toltecas dejaron como su legado, se encuentra en el descubrimiento de que los seres humanos no somos más que alimento de unos seres que poseen “una conciencia de distinto orden”.

El hecho de que los seres humanos seamos criados como gallinas de granja, propina un golpe inmenso a nuestra importancia personal y a la prepotencia existencial como civilización. Todo puede ser aceptado, menos el ser solo un pequeño eslabón en la gran cadena alimenticia del universo.

De manera que resulta, según Don Juan, que los seres humanos tenemos unos depredadores que nos someten y nos mantienen dóciles y débiles a través de darnos sus mentes. Es decir, nos hacen pensar como ellos. La mente del predador es contradictoria, mórbida, saturada de miedos y temores a ser descubierta.

Explica que los seres humanos producimos una capa de energía consciente que cubre al capullo energético. Pues esta energía es el alimento de nuestros predadores y ellos la van consumiendo, cuidando que quede un poco para que el ser humano produzca más. Es como una poda permanente.

Los toltecas descubrieron una forma de evitar ser alimento de los predadores y conservar todo el potencial energético para seguir el camino. Un camino construido con disciplina hasta el punto que esos seres no nos toquen. Los toltecas le llamaron a ese predador “el volador”, porque brinca en el aire.

Los toltecas llamaron disciplina a la capacidad de enfrentar con serenidad y sobriedad, circunstancias que están fuera de cualquier “orden lógico” de nuestro mundo. Esta disciplina hace que la capa de conciencia que brilla en la superficie del huevo luminoso, se torna insípida y le rompe el esquema a estas “conciencias predadoras”, que al no devorarla, permite que ésta crezca. Don Juan dice que el truco que inventaron los toltecas es el de “sobrecargar la mente de los voladores con disciplina y silencio interno.

La verdad es que la cuestión de “las conciencias predadoras” rompe todos los esquemas de nuestra frágil y altiva prepotencia existencial. Es el golpe más demoledor que nuestro ego pueda recibir, como seres humanos emanados de la cultura judeocristiana, en dónde el ser humano fue creado “a imagen y semejanza de Dios”, quien nos entregó el mundo para su dominio, explotación y trasformación.

Los toltecas lo que proponen es dejar de cumplir con un destino en el que jamás nos pidieron nuestra opinión. De modo que nuestros abuelos crearon a nuestros padres y ellos a nosotros para ser alimento, pero jamás hemos tenido la oportunidad de tener conciencia de esta circunstancia y mansamente nos hemos embrutecido, convirtiéndonos en dóciles criaturas que son criadas para ser alimento. Como las gallinas y los cerdos, que en una granja no se dan cuenta del destino de sus vidas.

“»Los voladores son una parte esencial del universo —continuó—, y deben tomarse como lo que son realmente: asombrosos, monstruosos. Son el medio por el cual el universo nos pone a prueba.

»Somos sondas creadas por el universo —siguió, como si yo no estuviera presente—, y es porque somos poseedores de energía con conciencia, que somos los medios por los que el universo se vuelve consciente de sí mismo. Los voladores son los desafiantes implacables. No pueden ser considerados de ninguna otra forma. Si lo logramos, el universo nos permite continuar...

—La idea rara —dijo lentamente, midiendo el efecto de sus palabras— es que todo ser humano en esta Tierra parece tener las mismas reacciones, los mismos pensamientos, los mismos sentimientos. Parecen responder de la misma manera a los mismos estímulos. Esas reacciones parecen estar en cierto modo nubladas por el lenguaje que hablan, pero si escarbamos esa superficie son exactamente las mismas reacciones que asedian a cada ser humano en la Tierra. Me gustaría que esto te causara curiosidad como científico social, por supuesto, y que veas si puedes explicar esta homogeneidad...

El predador que don Juan había descrito no era benévolo. Era enormemente pesado, vulgar, indiferente. Sentí su despreocupación por nosotros. Sin duda, nos había aplastado épocas atrás, volviéndonos, como don Juan había dicho, débiles, vulnerables y dóciles. Me quité la ropa húmeda, me cubrí con un poncho, me senté en la cama, y lloré desconsoladamente, pero no por mí. Yo tenía mi ira, mi intento inflexible, para no dejarme comer. Lloré por mis semejantes, especialmente por mi padre. Nunca supe, hasta ese momento, que lo quería tanto.

—Nunca tuvo la opción —me escuché repetir una y otra vez, como si las palabras no fueran

realmente mías. Mi pobre padre, el ser más generoso que conocía, tan tierno, tan gentil, tan indefenso..." C.C.

EMPRENDIENDO EL VIAJE DEFINITIVO

Castaneda vuelve al punto central de su vivencia como aprendiz de Don Juan o como “Guerrero de la Batalla Florida”, como le llamaban los toltecas. El salto a un abismo desde lo más alto de una montaña, que los Viejos Abuelos trabajaron a mano como una inmensa pirámide y que hoy se llama “el cerro de las cenizas” y que está en la parte más alta de la zona zapoteca de la Sierra Juárez, en Oaxaca (el México central como lo nombra en la obra Castaneda).

La obra completa de Castaneda gira en torno a este inaudito evento. Como en el mundo tolteca no existe el tiempo lineal. Este evento es el punto en el que converge “el pasado, el presente y el futuro”. De la misma manera, Castaneda nos habla nuevamente de este evento que determinará el conocimiento “recordado” que sucedió en su enseñanza durante los estados de conciencia acrecentada.

Castaneda nos da más información de las conversaciones que tuvo con Don Juan antes del portentoso salto. Después del salto y al convertirse en energía pura, el guerrero—viajero, decide sí regresa al grotesco mundo o se funde en el infinito, desapreciando sin dejar huella alguna. Sí decide quedarse, deberá “amarrase el cinturón” y enfrentar “su tarea” con sobriedad y aplomo, sin importar su resultado. Porque lo que sostiene al guerrero-viajero, es la humildad y la eficacia. Su carácter ha sido forjado en la fragua de la sobriedad, la austeridad y la humildad. El guerrero—viajero vive estratégicamente y todo lo que hace está exento de miedo y de ambición.

Los gurreros—viajeros del infinito, cubren elegante y generosamente todo cuanto reciben y así se deshacen de pesadas cargas o deudas que arrastrar. El guerrero viajero es ligero y fluido, no deja huellas y pasa desapercibido en medio de una multitud. Esa es su marca.

Don Juan le dice a Castaneda que los guerreros—viajeros que se atreven a “saltar al infinito”, requieren de mucha fuerza interna y sobriedad, pero le señala que los que deciden quedarse, también necesitan de “tompeates de acero”, para enfrentar su destino en esta realidad. Lo uno y lo otro son inconmensurables desafíos.

“—Nunca más estaremos juntos —me dijo calladamente—. Ya no necesitas mi ayuda; y no te la ofrezco, porque si vales como guerrero viajero, me escupirás en la cara por ofrecértela. Más allá de ciertos parámetros, la única felicidad de un guerrero viajero es su estado solitario. No quisiera que tú trataras de ayudarme tampoco. Una vez que me vaya, estaré ido. No pienses más en mí porque yo no voy a pensar más en ti. Si eres un guerrero—viajero que vale lo que pesa, ¡sé impecable! Cuida tu mundo. Hónralo; vigílalo con tu vida.

Se alejó de mí. El momento estaba más allá de la autocompasión o de las lágrimas o de la felicidad. Movió la cabeza como para despedirse o como si reconociera lo que yo sentía.

—Olvídate del Yo y no temerás nada, no importa el nivel de conciencia en que te encuentres —me dijo...

Entonces vi cómo don Juan Matus, el nagual, conducía a sus quince compañeros videntes, sus protegidos, sus deleites, a desaparecer uno por uno en la bruma de aquella meseta hacia el norte. Vi cómo cada uno de ellos se convertía en un globo luminoso y juntos ascendían y flotaban encima de la cima de la montaña como luces fantasmas en el cielo. Dieron una vuelta sobre la cima de la montaña tal como había dicho don Juan que lo harían; su última vista, la que es sólo para sus ojos; su última vista de esta tierra maravillosa. Y luego se desvanecieron.

Supe lo que tenía que hacer. Se me había acabado el tiempo. Eché a correr a toda velocidad hacia el precipicio y salté al abismo. Sentí el viento en mi cara por un momento, y luego, la negrura más piadosa me tragó como un pacífico río subterráneo...” C.C.

EL VIAJE DE REGRESO

Castaneda ha saltado al vacío y su cuerpo físico, antes de estrellarse en el fondo del precipicio, logra que cada una de los millones de partículas luminosas que le conforman y que tienen conciencia, se enciendan y se consuman en el fuego interno, para inmediatamente fundirse en el “obscuro mar de la conciencia”.

El guerrero—viajero ha logrado lo racionalmente imposible de hacer, ha roto con el acuerdo que nos une y hermana a los humanos en nuestro triste destino, a todos aquellos que no hemos podido llegar a ese nivel de conciencia y pureza energética. Ese acuerdo que nos hace dóciles, estúpidos, flojos, blandos y porfiados…”civilizados”, alimento de los predadores. Ese acuerdo que se convierte en un calabozo seguro y protector. Después de ese salto al “obscuro mar de la conciencia”, Castaneda ha dejado de pertenecer a “nuestro mundo”. Será un fantasma entre nosotros. O tal vez, con mayor precisión, Castaneda se vuelve “un hombre verdadero”, como decían los toltecas y deja de ser un fantasma. Castaneda se sabe solo en verdad.


“Sí, había saltado al abismo, me dije a mí mismo, y no me morí porque antes de llegar al fondo del barranco, dejé que el oscuro mar de la conciencia me tragara. Me entregué a él sin temores y sin remordimientos. Y ese mar oscuro me había proveído con lo que me era necesario para no morir y para terminar en mi cama en Los Ángeles...” C.C.

  1. Pensamiento y Religión en el México antiguo” Laurette Séjourné. FCE Méx. 1957
  2. TLAMATINIME. Término náhuatl que literalmente significa "los que saben algo o los que saben cosas". Anacrónicamente equivale al concepto "filósofos".