Pártese el moro Alicante
víspera de Sant Cebrián;
ocho cabezas llevaba,
todas de hombres de alta sangre.
Sábelo el rey Almanzor,
a recibírselo sale;
aunque perdió muchos moros,
piensa en esto bien ganar.
Manda hacer un tablado
para mejor las mirar,
mandó traer un cristiano
que estaba en captividad.
Como ante sí lo trujeron
empezóle de hablar,
díjole: -Gonzalo Gustos,
mira quién conocerás;
que lidiaron mis poderes
en el campo de Almenar:
sacaron ocho cabezas,
todas son de gran linaje.
Respondió Gonzalo Gustos:
-Presto os diré la verdad.
Y limpiándoles la sangre,
asaz se fuera a turbar;
dijo llorando agramente:
-¡Conózcolas por mi mal!
la una es de mi carillo,
las otras me duelen más:
de los infantes de Lara
son, mis hijos naturales.
Así razona con ellos,
como si vivos hablasen:
-¡Dios os salve, el mi compadre,
el mi amigo leal!
¿Adónde son los mis hijos
que yo os quise encomendar?
Muerto sois como buen hombre,
como hombre de fiar.
Tomara otra cabeza
del hijo mayor de edad:
-Sálveos Dios, Diego González,
hombre de muy gran bondad,
del conde Fernán González
alférez el principal:
a vos amaba yo mucho,
que me habíades de heredar.
Alimpiándola con lágrimas
volviérala a su lugar,
y toma la del segundo,
Martín Gómez que llamaban:
-Dios os perdone, el mi hijo,
hijo que mucho preciaba;
jugador era de tablas
el mejor de toda España,
mesurado caballero,
muy buen hablador en plaza.
Y dejándola llorando,
la del tercero tomaba:
-Hijo Suero Gustos,
todo el mundo os estimaba;
el rey os tuviera en mucho,
sólo para la su caza:
gran caballero esforzado,
muy buen bracero a ventaja,
¡Ruy Gómez vuestro tío
estas bodas ordenara!
Y tomando la del cuarto,
lasamente la miraba:
-¡Oh hijo Fernán González,
(nombre del mejor de España,
del buen conde de Castilla,
aquel que vos baptizara)
matador de puerco espín,
amigo de gran compaña!
nunca con gente de poco
os vieran en alianza.
Tomó la de Ruy Gómez,
de corazón la abrazaba:
-¡Hijo mío, hijo mío!
¿quién como vos se hallara?
nunca le oyeron mentira,
nunca por oro ni plata;
animoso, buen guerrero,
muy gran feridor de espada,
que a quien dábades de lleno
tullido o muerto quedaba.
Tomando la del menor,
el dolor se le doblara:
-¡Hijo Gonzalo González!
¡Los ojos de doña Sancha!
¡Qué nuevas irán a ella
que a vos más que a todos ama!
Tan apuesto de persona,
decidor bueno entre damas,
repartidor en su haber,
aventajado en la lanza.
¡Mejor fuera la mi muerte
que ver tan triste jornada!
Al duelo que el viejo hace,
toda Córdoba lloraba.
El rey Almanzor cuidoso
consigo se lo llevaba,
y mandó a una morica
lo sirviese muy de gana.
Ésta le torna en prisiones,
y con hambre le curaba.
Hermana era del rey,
doncella moza y lozana;
con ésta Gonzalo Gustos
vino a perder su saña,
que de ella le nació un hijo
que a los hermanos vengara.