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HOMBROS Y ESCUADRAS
En el declive de la colina se destacaba á lo lejos la mancha blanca de la carpa sobre el verdor del matorral.
Salvando médanos, zanjas y zarzales, alleguéme hasta encontrarlo.
Sobre un cajón de municiones mauser había una reglita, una escuadra y un papel lleno de rayas.
El autor de éstas, recostado en la arena, se incorporaba para mirar el campo en torno suyo, y meditaba y escribía.
—¡Un poema?—le dije, al abrazarlo.
—Ni más ni menos—replicó con viveza; pero poema moderno, no de palabras dulces, sino de piedra y hierro. ¿Qué le parece?
Mire aquella avenida. ¡Divisa las tres plazas?