Página:Voltaire - Memorias de su vida escritas por él mismo (1920).pdf/98

Esta página ha sido corregida
94
 

no están contentos; los pastores calvinistas murmuran; estos pedantes le miraban como el sostén de la buena causa, le admiraban cuando encerraba en un calabozo a los magistrados de Leipzig y vendía sus camas para sacar dinero. Pero desde que se le ha ocurrido traducir unos pasajes de Séneca, de Lucrecio y de Cicerón, le miran como a un monstruo. Los clérigos canonizarían a un forajido devoto.

Fin