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tarlas como se hace a veces con los que se pegan en la calle; se les echa cubos de agua para separarlos. Quitó la razón a los dos bandos, como era debido; pero esto los envenenó más; desterró al arzobispo, desterró al Parlamento; pero un amo no debe despedir a sus criados sin estar seguro de encontrar otros para reemplazarlos; la corte acabó por verse obligada a ordenar la vuelta del Parlamento; porque una sala llamada real, compuesta de consejeros de Estado y relatores del consejo, erigida para fallar los pleitos, no encontró clientela. Los parisinos se obstinaron en no litigar más que ante el tribunal de justicia, llamado Parlamento. Se llamó, pues, de nuevo a todos sus miembros, y creyeron haber alcanzado sobre el rey una victoria insigne. En una representación al trono le advirtieron paternalmente que no debía volver a desterrar al Parlamento, "visto que decían—eso era de mal ejemplo". En fin, tanto hicieron, que el rey decidió disolver al menos una de las salas y reformar las otras. Todos los señores presentaron entonces la dimisión, salvo la Sala Suprema; las murmuraciones estallaron; an el palacio de justicia se declamaba públicamente contra el rey. El fuego que salía de todas las bocas prendió por desdicha en la sesera de un lacayo. llamado Damiens, que frecuentaba las audiencias. En el proceso de este fanático de la toga se probó que su intención no era matar al rey, sino infliginle una ligera corrección tan sólo. No hay cosa que no se le ocurra a un homDigilired by