cre tempestivamente. Admirense, por favor, las conie: tradicciones de este mundo: una gente, secuaz de Servet sin disimulo, me injuria por haber censuerado que Calvino le quemase a fuego lento con er leños verdesas e ha na o, e de var e to Hui pe erá —con ende de era U caê T Han pretendido demostrarme en toda regla que Calvino era un buen hombre; han rogado al Consejo de Ginebra que pusiera a su disposición los documentos del proceso de Servet; el Consejo, más cuerdo, se ha opuesto; no les ha sido posible escribir contra mí en Ginebra. Considero este pequeño triunfo como el mejor ejemplo de los progresos de la razón en este siglo.
La filosofía ha conseguido aún otra victoria más grande contra sus enemigos en Lausana. Algunos ministros de la religión de este país tuvieron la courrenoia de compilar en contra mía no sé qué libraco, "por honor decían de la religión cristiana". No me ha costado trabajo conseguir el secuestro de los ejemplares y su prohibición por or den del juez; acaso sea ésta la primera vez que se ha obligado a los teólogos a callar y a respetar a un filósofo. Júzguese si no tengo motivos parn amar con pasión a este país. Advierto a los seres pensantes que es muy agradable vivir en una república a cuyos jefes puede uno decirles: "Venid a comer mañana a mi casa." Con todo, aun no me encontraba yo bastante independiente, y es, en mi opinión, digno de notar que para serlo por entero he comprado tierras en Francia. Había a una legua de Ginebra dos posesiones convenientes VOLTAIRE—MEMORIAS 6