rían el Elba, más allá del cual los habían echado; en cuanto supieron nuestra derrota en Rosbach rompieron su convenio de las horcas caudinas.
La indisciplina, la deserción, las enfermedades destruyeron nuestro ejército, y el resultado de todas nuestras operaciones era, en la primavera de 1758, haber perdido trescientos millones y cincuenta mil hombres en Alemania por María Teresa, como hicimos en la guerra de 1741, combatiendo contra ella.
El rey de Prusia, que había derrotado a nuestro ejército en Turingia y en Rosbach, se fué a combatir al ejército. austriaco a sesenta leguas de allí. Los franceses podían aún entrar en Sajonia, pues los vencedores se marohaban a otra parte; nada hubiera contenido a los franceses; pero habían tirado las armas, perdido la artillería, las municiones, los víveres y, sobre todo, la cabeza.
Se dispersaron. Con dificultad se pudo reunir los restos. Federico, al cabo de un mes, alcanzó en igual día una victoria más señalada y más disputada sobre el ejército de Austria, cerca de Breslau; reconquistó Breslau, haciendo quince mil prisioneros; lo demás de la Silesia cayó de nuevo en su poder; Gustavo Adolfo no había hecho cosas tan grandes. No hubo más remedio entonces que perdonarle sus versos, sus burlas, sus picardigüelas y hasta sus pecados contra el sexo femenino. Todos los defectos del hombre desaparecieron ante la gloria del héroe.
En "Las Deliclas", el ó de noviembre de 1759, Digition by