La carta que me escribió atestiguaba iguales sentimientos; pero había en ella menos mirtos y rosas, menos dolor profundo. Combatí en prosa la determinación de morir, que me decía haber tomado, y no me costó trabajo decidirle a vivir.
Le aconsejé que abriera negociaciones con el mariscal de Richelieu, y que imitara al duque de Cumberland; me tomé, en suma, cuantas libertades puede uno permitirse con un poeta desesperado que está a punto de dejar de ser rey. Escribió, en efecto, al mariscal de Richelieu, pero, como no tuvo respuesta, resolvió derrotarnos. Me avisó que iba a combatir al príncipe de Soubise; su carta terminaba con versos más propios ya de su situación, de su dignidad, de su valor y de su talento.
"Próximo ya a naufragar, es menester afrontar el mal viento, pensar, vivir y morir como rey." Al marchar contra franceses e imperiales, escribió a la señora margrave de Baireuth, su hermana, que iba a dejarse matar; pero fué más afortunado de lo que decía y pensaba. El 5 de diciembre de 1757 esperó al ejército francés e imperial en una posición bastante ventajosa, en Rosbach, en las fronteras de Sajonia; y como había hablado tanto de dejarse matar, quiso que su hermano, el príncipe Enrique, a la cabeza de cinco batallones prusianos destinados a sostener el primer empuje de los ejércitos enemigos, mientras su artillería los cañoneaba y su caballería