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Mientras gozaba yo en mi retiro la vida más dulce que se puede imaginar, tuve el filosófico gustito de ver que los reyes de Europa no saboreaban la misma feliz tranquilidad, y deduje que la situación de un particular és con frecuencia preferible a la de los más insignes monarcas, como vais a ver: Inglaterra hizo una guerra de piratas contra Francia, por unas yugadas de nieve, en 1756; al mismo tiempo, la emperatriz, reina de Hungría, pareció entrar en ganas de recuperar, a ser posible, su cara Silesia, que el rey de Prusia le había arrancado. Con tal propósito negociaba con la emperatriz de Rusia y con el rey de Polonia: pero sólo en su cualidad de elector de Sajonia, porque con los polacos no se puede tratar. El rey de Francia, por su lado, deseaba vengar en los Estados de Hannover el daño que el elector de Hannover, rey de Inglaterra, le hacía por mar.

Federico, aliado entonces con Francia, despreciaba profundamente a nuestro Gobierno, y prefirió la alianza con Inglaterra a la de Francia, uniéndose a la casa de Hannover, en la idea de impedir con una mano a los rusos avanzar en Prusia, y con otra a los franceses entrar en Alemania; se engañó en estas dos cuentas; pero había echado una tercera que no falló: fué la de invadir Sajonia so capa de amistad, y hacer la guerra a la emperatriz, reina de Hungría, con el dinero que pilló a los sajones.

Por esta singular maniobra, el marqués de Higit by