querida, a su hermana, la duquesa de Lauraguais, y a sus amigos. Las dos hermanas salieron de Metz, agobiadas por la execración del pueblo. Po: este hecho, el pueblo de París, tan simple como el de Metz, dió a Luis XV el sobrenombre de Bien Amado. Un chusco, llamado Vadé, inventó el título, propagado por los almanaques. Cuando el príncipe se puso bueno, sólo quiso ser el Bien Amado de sus queridas. Se amaron mucho más que antes. La de Chateauroux iba a reintegrarse a sus funciones, iba a salir de París para Versailles, cuando murió de repente, de resultas de la rabieta que su destitución le causó. Fué olvidada sin tardanza.
Hacía falta una querida. La elección recayó en la señorita Poisson, hija de una mujer amancebada y de un labrador de la Ferté—sous—Jouarre, que había reunido algún dinero vendiendo trigo a los abastecedores. Este pobre hombre, condenado por alguna malversación, andaba huído entonces. Casaron a su hija con el subarrendatario de Rentas públicas, Le Normand, señor de Etiole, sobrino del arrendatario general, Le Normand de Tournehem, que sostenía a la madre.
La hija era bien educada, formal, amable, com muchos talentos y gracias, de buen sentido natural y bondadoso corazón. Yo la conocía bastante; hasta fuí confidente de su amor. Me confesaba que siempre había tenido el secreto presentimiento de que sería amada por el rey, y sentido hacia él una inclinación violenta, sin pararse a explicársela.