Página:Voltaire - Memorias de su vida escritas por él mismo (1920).pdf/41

Esta página no ha sido corregida
37
 

landa, mientras el rey de Prusia recorría sus Estados de punta a punta, pasando revistas. No fué inútil mi estancia en La Haya. Vivía yo en el palacio de la Corte Vieja, perteneciente entonces al rey de Prusia por sus particiones con la casa de Orange. Su enviado, el joven conde de Pedewils, enamorado y amado de la mujer de uno.de los principales miembros del Estado, se agenciaba, por la bondad de la dama, copia de todas las resoluciones secretas del Gobierno de la República, muy predispuesto contra nosotros. Enviaba yo las copias a la corte, y mis servicios agradaban mucho.

Al llegar a Berlín, el rey me alojó en su palacio, como en mis viajes precedentes. Llevaba en Potsdam, desde su advenimiento al trono, una vida uniforme, que merece ser conocida en detalle.

Se levantaba a las cinco de la mañana en verano, y a las seis en invierno. Si me preguntan cuáles eran las regias ceremonias con que se levantaba, cuáles la solemnidad y aparato de las recepciones en su cámara, cuáles las funciones de su capellán mayor, de su gran chambelán, de su primer gentilhombre de cámara, de sus ujieres, responderé que un solo lacayo entraba a encender la lumbre en su alcoba, a vestirle y a afeitarle; y aun se vestía casi solo. Su aposento era bastante bueno; una rica balaustrada de plata, ornada de amorcillos muy bien esculpidos, encerraba un estrado sobre el que, al parecer, había un lecho oculto por unas cortinas; pero detrás de Big