na sin encontrar enemigos; habíamos cedido Bohemia al elector de Baviera, elegido emperador luego de ser nombrado teniente general de los ejércitos del rey de Francia. Pero no tardamos en cometer las faltas necesarias para perderlo todo.
El rey de Prusia, que durante ese tiempo maduró su valor y ganó algunas batallas, ajustó la paz con los austriacos. María le abandonó, bien a su pesar, el condado de Glatz con la Silesia.
Rajo estas condiciones se separó de Francia sin niramiento alguno, en junio de 1742, y me envió a decir que se había puesto en cura, y que aconsejaba a los otros enfermos que se restableciesen.
Velase entonces este príncipe en el ápice de su poderío, con ciento treinta mil hombres de tropas victoriosas a sus órdenes, rehecha ya la caballería, con la Silesia recién conquistada, en la que se consolidó, sacando de ella el doble de lo que producía a la casa de Austria, y tanto más dichoso cuanto infortunadas eran las otras potencias. Hoy, los príncipes se arruinan por la guerra; en ella se enriqueció Federico.
Consagró entonces sus cuidados a embellecer la ciudad de Berlín, a edificar una de las salas de ópera más hermosas de Europa y a atraerse toda clase de artistas; quería llegar a la gloria por todos los caminos y con la mayor baratura posible.
Su padre había vivido en Postdam, en una casa ruin; Federico la convirtió en un palacio. Postdam se transformó en una linda ciudad. Berlín se agrandaba; empezaban a ser conocidas las dulDigiby