fuese a verle sin tardanza, pues tenía que hacerme, de parte del rey su amo, un presente de insuperable magnificencia y grandeza. "Id corriendo —dijo la marquesa del Chatelet—; seguramente os traen los diamantes de la corona." Corrí, y hallé al embajador, que por todo equipaje llevaba en la trasera de su silla de posta una cuarterola de vino de la bodega del difunto rey, que el rey reinante me mandaba beber. Me deshice en protestas de asombro y gratitud por las muestras líquidas de las bondades de su majestad, substituídas a las sólidas con que me había lisonjeado, y a medias con Camas me bebi la cuarterola.
Mi Salomón estaba entonces em Estrasburgo. Al visitar sus largos y angostos Estados, que iban desde Gueldres al mar Báltico, tuvo el capricho de ver de incógnito las fronteras y las tropas de Francia.
Gozó de este placer en Estrarburgo, bajo el nombre de conde de Four, potentado de Bohemia.
Su hermano, el príncipe heredero, que le acompañaba, tomó también un nombre supuesto; Algarotti, que ya estaba a su servicio, fué el único que no se enmascaró.
El rey me envió a Bruselas una relación de au viaje, mitad en prosa, mitad en verso, de gusto parecido al de Bachaumont y de Chapelle, se entiende en cuanto un rey de Prusia puede parecerse a ellos. He aqui algunos trozos de su carta: Digilisent by