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gasto posible, las mejores tropas de Europa. Jamás hubo súbditos tan pobres como los suyos ni rey tan rico. Compró a bajo precio gran parte de las tierras de la nobleza, la cual no tardó en comerse el poco dinero producido por la venta; la mitad de él volvió a las arcas reales, merced a los impuestos sobre el consumo. Las rentas de la tierras reales estaban arrendadas a unos asentistas que ejercían la doble función de recaudadores y jueces; de modo que si un cultivador no pagaba el día del vencimiento, el arrendatario poníase el uniforme de juez y condenaba al delincuente al duplo. Es de notar que si el juez y recaudador, por su parte, no pagaba al rey el último día de cada mes, tenía que pagar el doble el día primero del mes siguiente.

Si un hombre mataba una liebre, desgajabauna rama de un árbol en las inmediaciones de una tierra del rey o cometía otra falta cualquiera, pagaba una multa. Si a una muchacha le hacían un chico, la madre, el padre o los parientes tenían que pagar al rey un tanto por el bien parecer.

A la señora baronesa de Kniphausen, la viuda más rica de Berlín, es decir, que tenía siete u ceho mil libras de renta, la acusaron de haber dado a luz un súbdito del rey, a los dos años de estar viuda; el rey le escribió de su puño que, para salvar el honor, enviase en el acto al real tesoro treinta mil libras; tuvo que pedirlas prestadas, y se arruínó.

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