sino porque habian hecho el disparate de negarlo por la segunda vez al marques de Langeais.
Pero si el congreso puede no producir su efecto, y si la inspeccion de las partes genitales del hombre y de la muger puede no probar nada absolutamente, ¿á qué testimonio nos hemos de referir en la mayor parte de los, pleitos de impotencia? ¿No se podría responder, que á ninguno? ¿No se podría, como en Atenas emplazar la causa para dentro de cien años? Todos estos pleitos son vergonzosos para las mugeres, ridículos para los maridos, é indignos de los jueces; y lo mejor seria no sufrirlos. Pero hé aquí un matrimonio que no tendrá sucesion: Qué desgracia tan grande, ínterin que tenemos en Europa cien mil frailes y ochenta mil monjas que ahogan su posteridad.
Se han hecho tantas obras filosóficas sobre la naturaleza de los impuestos, que es indispensable decir aquí alguna cosa: Es verdad que nada hay ménos filosófico que esta materia; pero puede entrar en la filosofía moral, representando á un superintendente de rentas, ó á un teftedar turco,