vivir los lugares pantanosos. Es de doble tamaño que el vari. Véase esta voz.
Huévil, m. (Vestia lycioides).
«Debe también tener aquí algún lugar el matorral que llaman huévil, que usan por medio de lavativas en las calenturas ardientes.» Gómez de Yidaurre. Es una planta solanácea, de gusto por extremo amargo; alcanza unos noventa centímetros de altura, es lampiño «con hojas apretadas, casi sésiles; oblongas enteras, pedúnculos biacuadri-floros, corola embudada, tubulosa, amarilla, capsula oblonga.»
Proviene sin duda del araucano, aunque no figura en los diccionarios de esa lengua. Los araucanos lo llaman yefùlko, yefùlkon ifelkoñ. «Sea lo que fuere de su etimología, merece estar en el Diccionario.» Derivado: huevilina, nota Román.
Lenz, n. 629.
Huilte. m.
El tallo del cochayuyo cuando está en vía de crecimiento y antes de ramificarse, que es comestible, en la forma que recordaba el P. O valle: «Al pie dellas [peñas] se crían unas raíces, de donde nace un tronco como la muñeca, que llaman ulten [que en algunas provincias de Chile suelen llamar hoy ulte], éste se corta, y estando un poco al fuego, se monda como un tronco de lechuga, o como el de alcachofa, aunque tiene muy diferente sabor.» El uso más constante exige hoy huilte, voz evidentemente, araucana, aunque no consignada en los léxicos de esa lengua.
Lenz, n. 640, y Román, III, p. 156: «La voz debe admitirse en el Diccionario, porque representa algo que no puede tener otro nombre en castellano, por no ser conocido de los españoles.»
Huille. m. (Leucoryne).
Género del cual existen en Chile varias especies de la familia de las Liliáceas, que se distingue por su «perigonio hipocraterimorfo; tres estambres fértiles alternan con tres estériles, que se parecen a una glándula claviforme.:» «Es muy común,