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Guevín. m. (Guevina avellana).

«... guevín, árbol hermosísimo, cuyo fruto se come y se parece algo por su gusto a la avellana verdadera.» Philippi.

De muy diversas maneras se ha escrito esta voz. Molina y Gómez de Vidaurre, gevuin; Carvallo, guehnin; Lenz, guevuin. Preferimos la forma empleada por Philippi, que la da como corriente, y responde, por lo demás, a la primera que dice Febrés le corresponde en araucano: gevùn. Véase avellano.


Guillave, m.

Llámase así el fruto de los quiscos, que suele venderse en los mercados. Tiene bastante semejanza con el higo chumbo llamado en América tuna, que da el nopal. Debe entrar en el Diccionario, opina Román, que escribe el vocablo con b. Lenz ha oído, indudablemente, mal esta voz, cuando la escribe guyave. Cree este lexicógrafo que tal voz procede de los conquistadores, que así denominaron el fruto del quisco por cierta semejanza que reviste con la guayaba; por mi parte, me inclino a pensar que proceda del araucano gùyun, estrujar como ordeñando por la manera como hay que comer el fruto de que se trata.


H


Hierbaloca. f. (Astragalus elatus).

Pertenece a la familia de las Papilionáceas y se baila en las cordilleras de Santiago. «Arroja unos vástagos de figura angular, que tendrán pie y medio de alto, y cuyas hojas contrapuestas, de hechura de lanzas, enteras, carnosas y de color ceniciento, tienen una pulgada de largo y están pegadas a las ramas sin ningún género de pezón.» Reiche.

«Entre unos pastos tan excelentes, se crían dos o tres plantas harto dañosas a los ganados, siendo la más perjudicial y nociva la que metonimícamente llaman allí yerba-loca, porque cuantos animales la comen, y con particularidad los caballos, se enfurecen sobremanera.» Molina.

«Es también conocida en Chile por nociva y muy pernicio-