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Peuco. m. (Buteo unicinctus).

Del araucano peucu, ave de rapiña, parecida al gavilán. «Muy semejantes a estos pájaros son otros que llaman peucus.» Ovalle. «Hay otras aves rapaces y carniceros, singulares de esta tierra, como el peucu...» Rosales.

Esa voz, castellanizada hoy, se dice peuco.

El diminutivo peuquito corresponde a la especie llamada accipiter chilensis, peculiar de este país, que convendría no olvidar.

Lenz, n. 1052, y Román.


Peumo, m. (Cryptocaria peumus).

«Otros árboles hay también frutíferos de los silvestres, y se llaman peugu; tienen la fruta colorada, un poquito más larguita y ovada que la avellana, la cual comen los indios cocida con otros ingredientes.» Ovalle. Y así en esta forma peugu por regla general en los primeros cronistas, que tomaron la voz del araucano pegu, convertida hoy invariablemente en peumo, desde Molina acá: «el peumo comprende cuatro especies distintas.» Advertiré, con todo, que en Núñez de Pineda, quizás por mala lectura del manuscrito, salió con la variante pengu, que tengo por yerro de la imprenta. Vale la pena de leer el párrafo que dedica a este árbol: «Desmontamos de los rocines y a unos árboles vistosos los atamos, que cerca de la puerta hermoseaban el sitio y su contorno, por ser de calidad que todo el año conservan verde y vistosísima la hoja, demás de ser crecidos y copados; y cuando están con su fruta colorada, es a la vista apacible y deleitable; a éstos llaman pengus, que su sombra también es copiosísima y saludable de verano, y las hojas, batidas y oprimidas, despiden de sí un fragante olor y muy suave, y puestas en la cabeza, mitigan el dolor de ella causado del calor y de la fuerza que el sol tiene de verano. Y la corteza y fruta son medicinales para achaques del vientre y del estómago.» Pág. 85.

«Es árbol bastante grande, de hojas aovadas, finamente reticuladas, que se cría en las provincias centrales de Chile...» Su cascara sirve para curtir. El fruto, que cuando maduro es encarnado, tiene la forma de una aceituna, aunque un poco