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con flor amarilla; su cascara es vomitio eficaz, arranca apostemas del pecho y costillas.»

Román observa que ninguno de nuestros naturalistas habla de este arbusto,» debió decir, con ese nombre, pues el que le corresponde de verdad es el de pelú.


Pellín, m. (Fagus oblicua).

«El roble... y su corazón pellín... es casi el único árbol que bota sus hojas, de excelente madera para construcciones.» Philippi. «Es mucha la diversidad que hay de robles y muchos los que de ellos se aprovechan para los edificios, por ser tan fuertes, y principalmente el que llaman pillin, que es colorado y se inmortaliza enterrado y dentro del agua, y en la humedad refina su nativo carmesí.» Rosales. Forma que se deslizó tal vez por yerro de impresión, pues en otro lugar de su obra, el jesuíta madrileño escribe en la única conocida hoy: pellín. «Su nombre propio índico, advierte Gómez de Vidaurre es pellín, como también lo suelen llamar algunos.»

Del nombre y cualidades de esta clase de roble procede el chilenismo apellinarse: endurecerse, dicho también metafóricamente.

Lenz, n. 1034, y Román.


Pequén, m. (Noctua cunicularia).

«...el pequén, poco nocturno, que vive en cuevas de la tierra...» Philippi. «El pequén es un pájaro del género de las lechuzas, su estatura como la de un palomo; acostumbra abrir grandes agujeros en los campos rasos, donde hace su habitación...; su graznido, que es lúgubre e interrumpido, parece que profiere las sílabas de su nombre.» Molina.

En araucano se llama pequeñ, según Febrés.

Lenz, n. 1039, y Román.


Perdiz cordillerana, m.

Apenas necesito decir que nuestra perdiz es muy diversa de la europea, y mas aún la cordillerana, que pertenece al genero Attagis. Esta no sirve para comer, es mucho más pequeña que la ordinaria, y, como observa Philippi, tiene las alas