—"-— vina. El célebre monte se convirtió en depósito de basuras. Omar, buscó en su seno la piedra en que Jacob, dormido, viera la escala de los án- geles. Creyó encontrarla y edificó su mezquita. Cincuenta y cinco años más tarde Ibn-Merouan , la rehizo. Luego, reemplazó a la Kaaba ; cuan- do la invasión de los kármatas impidió el pere- grinaje a la Meca.
El terremoto de 1027 la destruyó parcialmen- te, pero fué restaurada tal cual hoy la vemos. Se- gún los musulmanes, Mahoma voló de allí al cielo: el peñón quiso seguirlo, y el ángel Ga- briel, deteniéndolo, dejó estampadas sus manos en la piedra. A grandes rasgos he ahí la historia del monte Moriah.
Hasta hace muy poco tiempo, cristiano o ju- dío que penetraba en el recinto, era lapidado. Ahora se permite la visita si un cónsul la de- manda. El de los Estados Unidos ha tenido la, gentileza de sacar nuestra autorización. Ade- más, es de rigor, el llevar pantuflas nuevas y el ir en compañía del cawas del consulado. Nos toca una mañana de frío penetrante. La noche anterior ha nevado, y los guijarros negros, pun- tiagudos, del suelo, aparecen aquí y allá entre cuajarones blancos de espuma. Ascendemos a
