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besar la memoria de Cristo transfigurado entre Moisés y Elías. :
Antes de irnos nos volvemos : las tres piedras nos fascinan. Han sentido las corrientes de las aguas más gloriosas del mundo, y han coronado cumbres, cuyo silencio augusto es aun hoy el vacio de la voz divina. Han visto caer ejérci- tos, derrumbarse ciudades, morir y renacer la historia humana, Todo pasa, ellas quedan, pre- sentes, como el espíritu de Dios, invisible; y cuando el planeta desaparezca cobrarán su es- plendor antiguo en la Eternidad. Maldecidas por los hombres, que no creyeron en sus pro- digios, continuarán besadas por aquellos que ensalzaron sus recuerdos. Fragmentos de alti- tudes, fueron pedestales de los profetas, y son, entre la tierra y el cielo, puentes más estables que la ilusión del arco iris, que encendió las sonrisas de la Alianza, sobre la ruda obscuridad de sus cantos.
Pasamos al templo: deslumbra extraño. La atracción de sus primores perjudica el conjun- to. El áureo altar mayor exhala chispas. So- bre la hoguera, de proyecciones ignitas, una Virgen tiende un niño. Otras imágenes la ro- dean : frentes de oro y sienes de plata ; labios
