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IGLESIA DEL APÓSTOL SANTIAGO

Tras la fortaleza de David y la célebre torre de Phasael se tiende un barrio, sin las recovas que imprimen aspecto tan singular al resto de Jerusalén. Pero no atrae menos la serie de ve- tustas construcciones, cuyos muros circundan patios de piedra. La fachada del convento ar- menio cierra uno, lleno de hechizo, a la sombra de grandes árboles. El templo, dedicado a San- tiago, está en manos de heréticos. He aquí su historia en breves palabras :

El apóstol volvía de predicar el Evangelio en España, cuando, según las Actas, Herodes An- tipas decretó su muerte. En camino al supli- cio, cuenta Clemente de Alejandría, curó a un paralítico, Luego, convirtió a su guardián, que