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== anunció el gran milagro, convirtiéndose así, después de la Virgen, en la primera figura en- tre las mujeres del Evangelio.

Un ojo de lámpara, palpita más adelante, y

se hiela en la penumbra de un recinto cerrado por arcos ojivales. Hay allí una cueva ; aureolas de oro iluminan vagamente rostros envejecidos : en un fondo, estrecho y húmedo, no se ve una sola imagen clara y completa : es la prisión del Calvario.

  • A un paso erígese el altar de las Flagelacio-

nes. La célebre columna fué trasladada del Pretorio al Cenáculo. Se hizo una iglesia y se la empleó en el pórtico. Los franciscanos la sal- varon en el siglo XIII, ya rota por los musul- manes, y devolvieron un fragmento a la basí- lica.

Entramos en la capilla de Longino. Narra San Juan : «A Jesús, muerto, no le rompieron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con su lanza, e inmediatamente sa- lió agua y sangre.»

Ese centurión, no veía de un ojo, y San Agustín ha recogido el siguiente relato: «To- cóse con la mano ensangrentada, por un movi- miento natural, el rostro. Entonces, su ojo en-

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