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origen, no hacían presentir el órgano. El órgano, por amor, vislumbra a Cristo; y por poder comprende a los profetas. Leed el Pentateuco de Moisés, el poema de Job, las lamentaciones de Jeremías, el idilio de la Navidad, la tragedia del Calvario. La imaginación se detiene. Las alas caen rotas por la. misma fuerza, por el encanto, por el sufrir o por el misterio: el órgano es la intangible palabra del Espíritu, superior a sí mismo, en la lectura de los Libros Santos. El alma, en la inspiración de su voz, ve y palpa lo sobrenatural. Los textos se transfiguran, pierden su naturaleza humana, adquieren su sentido divino, y un resplandor que los devora, sin calcinarlos, como la zarza ardiente del Oreb milagroso. El órgano, desde la tierra transparenta el espacio. Si un sueño dibuja abismos, impelidos hasta sus fauces, nos es imposible gritar: así, despiertos, sentimos ante sensaciones misteriosas, ideas palpitantes que no podemos decir, agotados en el esfuerzo. "En vez de expresarlas el órgano, las canta; tiene el flúido espiritual hecho nota; condensa el Antiguo y el Nuevo Testamento cual Biblia de la música: y Jesús es su artífice, pues por su amor nació este viento absoluto de la armonía.