Página:Visión de paz (1915).pdf/288

Esta página ha sido corregida

—284—

fundido al discípulo incrédulo, y, después de comer con los apóstoles y exclamar : «Seréis mis testigos en las extremidades del mundo», desde la cumbre del monte se elevó en los aires.

Subía, en su gloria inmortal, al seno de su Padre, aquel que del Padre mismo es dulce vapor, inmaculado espejo, emanación de sus claridades. Bossuet, meditando. los conceptos del libro de la Sabiduría, y lo que salió de la Eterna Substancia, para retornar a su fuente, simboliza la Fe y se abandona a su fiebre : «Me pierdo ; creo ; adoro ; espero ver ; lo deseo, y en eso está, mi vida.»

Los Hechos, agregan, que los discípulos se volvieron a Jerusalén : nosotros desandamos el monte con la tristeza que los actos maravillosos arrojan sobre la miseria humana. Estremecen nuestros labios versos de la lengua materna. Por la atmósfera transparente pasa una nube radiante. Los murmurios del olivar recuerdan los deseos del corazón de los apóstoles, que San Pablo llamaba rayos de gloria. Y el agustino les infunde su verbo, y claman ante la nube :

Te llevas el tesoro que nos resplandecía Mil veces más que el puro y claro día.