el — persecuciones de Agripa; y se conocen sus asambleas en una cripta del monte de los Oli- vos. La tradición habla de las dos cisternas co- municantes, que tiene la hoy venerada. Ya Ar- culpha y Adamnanus, sostuvieron también, que Jesús debió dormir ahí a menudo, completando un pasaje de San Lucas : «Durante el día ense- ñaba en el templo y de noche lo pasaba en el monte de los Olivos.»
Documentos importantes, principalmente el de Santa Silvia, cuentan que en el siglo 1v, el obispo de Jerusalén, conducía procesiones du- rante la Semana Santa, «a la gruta en que el 'Señor adoctrinara». Liejanos peregrinos, Euse- bio y el de Burdeos, refieren que, bajo Constan- tino, además de las basílicas del Sepulcro y de Bethleem, edificóse una tercera sobre la gruta. A un paso, otro monumento, celebraba el mis- terio de la última cena del resucitado.
El sitio de la Ascensión está, efectivamente, vecino. Del templo de los Emperadores no que- da nada : lo reemplazó una pobre mezquita. Y en el centro de los muros, antiguas piedras se- ñalan el lugar preciso del supremo milagro.
Ya Jesús había dicho a las mujeres : «Id y anunciad a mis hermanos que me verán en Ga-