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— 263 — pulacho, removedor, superpuesto en las grade- rías infernales. En la parte de las arenas que nos esperaba, un montículo lucía árboles y flores para hacer pintoresca la caza. Y sobre la incons- ciencia y el furor de los hombres, y la. sangre y las cruces, que labraban los destinos del mun- do, el velarium tendía su sombra, y cual si el circo fuese fantástica nave, deseaba, hinchán- dose, arrebatarlo por el azul en la profundidad de lo Infinito.

»Sintióse un tumulto formidable en torno de una silla gestatoria. Sonaron músicas. Las águi- las del palco imperial irguieron las cabezas. Agitación de marea estremeció el anfiteatro. Un grito colosal salió de las gargantas : ¡ Ave, Cé- sar!

»Nerón, mirando con sus ojos azules de miope, sonreía. Su rostro, cubierto de manchas, evo- caba la piel de un tigre, y adelantó hasta el ba- laústre esculpido. Su vientre removía su traje purpúreo, y la ligera clámide daba la sensación de cubrir estiércol, amontonado bajo el esplen- dor de sus estrellas de oro.

»Su maestro de canto, alerta en su celo, lle- vaba un gran lienzo para su boca. Mesalina, que le acompañaba, recibió flores de un grupo