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— 256 — nuestra. pura, será la fuerte ; pues sabemos do- rinar a los hermanos anarquizados. Pasaron los tiempos patriarcales. No basta el dátil de la palmera, el agua de la cisterna, la tienda de la familia. La vida transformada obedece en el mundo moderno a la riqueza. Un Banco vale dos ejércitos. Rotehschild obra como Abraham, Judas Macabeo y Elías; es patriarca, guerrero y profeta. Mas dejad que éstos recen y sollocen ; de aquí sale el fuego para fundir el oro; las piedras del templo engendran el nudo de nues- tra red avasallante.

—Señor—exclamé, — ¿quién habla así entre los gritos y lamentos de sus hermanos?

El viejo me miró; luego, repuso: «Se me conoce en la leyenda humana ; me llamo Asha- vero. Abandoné esta tierra, después de la muer- te de Esteban, discípulo del falso Cristo. Lie oi blasfemar en el Concilio, cuando suscitó las iras de los sacerdotes, que, tapándose las ore- jas, arremetieron de un ánimo contra él. Le vi sacar de la ciudad y morir lapidado; pero ante el fervor de los apóstoles durante la perse- cución de Saulo, pensé : hablemos al mundo en nombre de nuestra Ley... Recorrí el Asia Me- nor, la Grecia y la Italia. Me impelía también