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=Wi=s los profanadores de tu sangre. Profiere, Señor, tu gran palabra : Perdónalos, Padre... detén el gotear cruento y lanza de tus órbitas un torrente de llanto; mas si no ven tus lágrimas y «saben lo que hacen», precipita la mortal borrasca que tu negación desencadena... ¡Oh! fuente del amor; desde lo alto de tu grandeza desciende a la profundidad de nuestra miseria. El báculo de tu siervo, diezmado en las rutas del mundo, es del árbol secular de una casa cristiana : haz que renazcan todas sus hojas en su dureza, y que puro como la rama primitiva, cante al vien- to las armonías de tu nombre.