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— 241 — imagina que Sócrates le prueba en su visión la divinidad de Cristo.

Pilatos interesábase visiblemente en aquel que despreciaba el hostil vocerío; admiraba la tranquilidad de quien no adulaba su poder; y no necesitó del consejo de Claudia. Sentíase juz- gando un alto espíritu, sin penetrar en lo que le dijera de su reino y de su doctrina. Para él, el reo, era un filósofo práctico, al propio tiempo que idealista, dualismo que encontraba obscuro su mentalidad gentílica de patricio y soldado. Y tal vez, con «alma ya cristiana», como dice Tertuliano, veía una luz superior sobre su fren- te. Pensó, que dando a elegir su gracia, y la de Barrabás, homicida y sedicioso, nadie osaría ' su sacrificio. Las exclamaciones le probaron lo contrario. Los sacerdotes, perdidos entre la multitud, excitaban al pueblo, y el tumulto le dejó estupefacto, condensándose en un grito: «No a éste, sino a Barrabás.»

Alguien interrumpe la voz del fraile relator. Es un chalán que vende dátiles en una cueva incrustada en los muros. Otro fraile entona el Pater. El coro responde con palabras francesas, alemanas, españolas, polonesas, griegas. Res.

visión. —16