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mosas son aquellas, en que un eco de sus claridades, olvidando la defección, se insinúa por el movimiento ondulante de su gracia. ¡Cuán maravilloso libro pudo escribir si dentro de su fe primera, como un Bossuet o un Chateaubriand, se hubiese repetido el humilde salmo: «¡ Alabaré al Señor que me ha dado la inteligencia !»
Cristo, celebrando la Pascua, antes del día “ judío, instituyó la suya. El Cenáculo se encuentra sobre el monte Sión, en el mismo inmueble del sepulcro de David. Los discípulos preguntaron al Maestro : «¿En dónde quieres que dispongamos para que comas la Pascua?» El eligió a Pedro y a Juan : «En llegando a la ciudad encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle. Y en dondequiera que entrare decid al dueño de la casa: ¿Dónde está el aposento en donde he de comer la Pascua con mis discípulos?» El rodeo de las órdenes impedía a Judas conocer el sitio. La víctima no ignoraba la traición y aun no era llegado el momento de entregarse.
