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denarios y advirtió al mesonero : Cuidale , y cuanto gastare de más yo te lo daré cuando vuelva... Este que usó de misericordia con el robado y herido, fué su prójimo ; pues ve, y haz tú lo mismo.»
El doctor no había comprendido todo : el samaritano simbolizaba a Jesús. Ni el sacerdote con conocer su religión, ni el levita con saber su ley, sentían el amor de la caridad, planta nueva de frutos de lumbre. El samaritano, en el mundo, había lavado las heridas de la víctima, con el óleo de la misericordia y el vino de la justicia. Lo había llevado sobre sus hombros a la venta, es decir, a su Iglesia, y allí una vez a salvo dejaba la recomendación : si algo más se gasta te lo daré cuando vuelva. El doctor no había comprendido tampoco, que no tornaría en su caballo, entre lasmontañas y las planicies de la ruta, sino sobre la nube ígnea, bajo las alas de la divina paloma... Hemos llegado a un mesón. Un árabe, mugriendo, de melosa veoz, nos aleja el recuerdo de las páginas elocuentes en que Veuillot comenta el pasaje. Nos ofrece café. Camellos y caaballos remueven el agua de la próxima acequia. Entre ruinas de purpúreos guijarros se levanta un cha-
