Página:Visión de paz (1915).pdf/159

Esta página ha sido corregida

-155-

jeres, de bombachas azules, lavan ropa, y afuera, sus maridos, echados, duermen. Otras, colman sus odres, que, con naturalidad, sostienen en la cabeza, un tanto inclinados, mientras tiemblan, en la marcha, los senos, cubiertos por un simple velo talar. Lia línea de cacharros movidos, va rozando los muros de piedra ; allí asoman higueras, y sobre las viviendas, al soplar de la brisa, palpitan leves sus sombras inmateriales. Las chozas empiezan a escalonarse. Techos y pisos alternantes se tocan ; y al fin de la pendiente surge el convento franciscano. Camellos y burros obstruyen el callejón, y los hombres juegan al ajedrez, en tablas de sicomoro. Algunas viejas pican tabaco ; y en el atrio retoza un grupo de chicuelos. Pertenecen a la escuela y aprovechan el recreo. En el coro del templo los frailes rezan vísperas. Ambos murmurios, uno lleno de inconsciente alegría, otro lleno de serenidad, envuelven dolores antiguos y actuales, expirando en la santa gruta del profeta. He ahí la iglesia de los primeros cristianos, reedificada tras la destrucción de Cosroes. No puede ser más sencilla ; bóvedas y cúpula, se tienden sobre pilares cuadrados. El marmóreo pavimen-