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narra. El padre, en Segor, fué emborrachado dos noches consecutivas : sus hijas se acostaron con él, y concibieron a Moab y a Anmon. Al comprender su falta, Lot, arrepentido, lloró y huyó del sitio de su crimen. Después se detuvo, y un ángel del Señor, le dijo : «Toma estos tres botones, plántalos y riégalos con aguas del Jordán : si crecen, Dios te habrá perdonado». Lo hizo, y todas las tardes iba al río con su odre. Una vez, un mendigo le pidió de beber; él lo abrevó, y más adelante, otro que avanzaba por la ruta, agotó su agua. Gimió entonces; los pobres eran disfraces de Satán. El ángel volvió a resplandecer: «No llores, no se secarán los botones, crecerán sin riego. Tu caridad halló gracia a los ojos de Dios.»

Y nacieron tres árboles, y uno de ellos ofreció en sus hojas un manantial de frescura.

Cual si fuese de un bosque fecundo, alegró las lindes del desierto, y complacíase en murmurar al viento : «Nací del perdón : mi sombra ha hecho olvidar las llamas de la ciudad maldita. Mi tronco es duro cual de roca ; pero mis savias me enverdecen con misterioso amor. El viajero, en la áspera senda, sueña bajo mi fronda, y palpa la realización de sus esperanzas.» Israel in-