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== rumor de las esquilas. Todo el fulgor de lo que va a extinguirse con alas rumorosas, se mira en la juvenil ilusión de esos reflejos.

Gaspar ofreció al Cristo el oro; Melchor la mirra ; Baltasar el incienso, y Herodes, coléri-. co, los persiguió : el lucero bajó a sepultarse en la fuente misma. Jamás cuerpo inmaculado de estrella, encontró en aguas más transparentes, mortaja más armoniosa. Y la leyenda reveló que sólo la sorprenderían en su seno virgenes de conciencia cristalina. ¿Pero, en .dónde no ha brillado la maravillosa linfa? ¿Qué hombre no tuvo en un instante su Oriente? ¿Cuál, no ha visto pasar alguna vez, a los magos, con sus dones de adoración y penitencia, hacia un dios, una mujer, un ensueño?... La tarde sigue ex- pirante. Llegan, cantando, grupos de segadores. Una joven copta, que les ofrece de su odre, halla gracia en los ojos de los hombres. Después se junta al coro y con él se aleja. Tañen las cam- panas en las torres de Bethleem. Los cantos se interrumpen y las oraciones se elevan. Vibra el Angelus, humano al nacer, sagrado al volar, di- vino al morir. El espíritu siente a sus alas irse en pos de la primer estrella y torna a la fuente como una rosa abandonada. Y si un último rayo

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