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= 17 a ellos un Angel del Señor, y la claridad de Dios los cercó de resplandor, y tuvieron grande te- mor.

»Y les dijo el ángel : No temáis ; os anuncio un grande gozo que será a todo el pueblo :

»Hoy os es nacido el Salvador, el Cristo Se- ñor, en la ciudad de David.

»Y esta os será la señal': Hallaréis al Niño envuelto en pañales y echado en un pesebre.

»Y súbitamente apareció con el ángel una tropa numerosa de la milicia celestial, que ala- baban a Dios, y decían :

»Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra Paz a los hombres de buena voluntad.»

Contemplamos el cerco de viñedos entre plan- tíos dé cebada ; sus cultivadores, los humildes de espíritu, iban a juntarse a los ricos de poder y sabiduría. Esas adoraciones, que hallaron el eco más espontáneo en la explosión de los vi- llancicos españoles, perfuman la infancia con intenso aroma, sobreviviente al tiempo. En el corazón más desmantelado, como casa de la amargura, se abre un postigo una vez al año, y la brisa antigua pasa, con rumores de canto, en alas de su pureza. Desde aquí la brisa de la Navidad esparce en el mundo la luz de la es-