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cuerdo de su acción y palabra, adquirió para la eternidad actitudes misteriosas?... Ese mutismo, de muerte que medita, lo rompe el rumor de los oquedales, protegiendo ruinas de aldeas sin nombre. Luego, vuelve la primera sensación, y se piensa que los árboles, al nacer, no tuvieron . otro objeto que llamar al sol y aumentar las sombras de la tierra.

Llegamos al campo de Las Lentejas. La tradición judía dice que allí se cultivaron las del plato de Esaú. Una tradición más moderna, cuenta que Jesús preguntó a un sembrador de esa legumbre : «¿Qué cultivas?» ; y el hombre, malhumorado, repuso : «Piedras». Cristo, agregó, simplemente : «Tienes razón». Y desde entonces cubren el sitio guijarros con formas de lentejas.

Se avanza, y el terreno, saxátil, se refuerza : nuevos espectros calcáreos hacen de la leyenda una verdad maciza. Por todas partes piedras cefudas parecen parir guijarros sombrios. Nos encaminamos a la Fuente Sellada, a la cristalina fuente del Cantar de los Cantares, y palabra vana resulta la invitación armoniosa: «Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, iremos al monte de la mirra y al collado del incienso».