Página:Visión de paz (1915).pdf/117

Esta página ha sido corregida

— 113 —

el pesar o el regocijo, que acariciaron ; y sus imágenes dan a nuestros ojos, la luz suprema de un infinito crepúsculo.

La oquedad sombría surge a nuestras plantas. Centenares de cipreses, millares de olivos, millones de tumbas, forman un solo cementerio de la noche. Las lamparillas de Jerusalén, agitadas, se esfuerzan por volar alejándose de su aliento. El sol, que viéramos morir tantas veces, con la esperanza del amanecer, fundió en su conjuro el recuerdo de sus tardes para hundirse eternamente en el valle «del Llanto... ¿Dónde buscar su aurora? La primera estrella desde el cenit, lo está diciendo : en el corazón y en Cristo.VISIÓN.—8