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especifican un tiro de honda sin mencionar la gruta. Los dejó, sin embargo, en tres ocasiones, y pudo penetrar alguna vez en el interior de la roca. El recinto, grande, muestra, en su centro, una columna que imita el muro rústico. Res- tos de pinturas forman varias capas: descú- brense las obras de periodos diversos ; los frescos se sirven mutuamente de sudarios. El tiempo, descascarándolos, áumenta el caudal de los re- cuerdos : las imágenes, igualmente primitivas, y casi bárbaras, encomian el fervor que inspi- rara el sitio. Quizás en él descansaron los dis- cípulos ; y aunque no se tenga al peñasco por auténtico, lo consagra el vecino huerto. La san- gre de Jesús sobre el suelo de Getsemaní con- centraba la conciencia de la humanidad. El Maestro pudo decir, como la Jerusalén de los trenos : «Ved si hay dolor semejante a mi do- lor» ; y los apóstoles responder: «El de acre- centar la divina amargura». Mas los apóstoles simbolizaban al hombre y dormían...