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Virgilio — 119

en octavas, otra en estrofas de seis versos, á que era Fr. Luis tan aficionado. Siento decirlo: ni unas ni otras, y ménos aún la traduccion en prosa, me parecen dignas de aquel clarísimo ingenio. No le estaria bien ponerles defectos á quien seguramente tiene muchos más que hacerse perdonar; pero créame el benévolo lector: para que yo me decida á menospreciar unos escritos de todo un Fr. Luis de Leon, preciso es que esté muy convencido de que valen poco, y que para formar esta conviccion haya allegado muchos y muy patentes desaciertos de aquel gran maestro, que (ya lo dije al hablar de las Églogas) los cometió sin duda en su primera juventud, y los compensa á veces, como no podia ménos de suceder, con bellezas de primer órden.

Don Gregorio Mayans, en la coleccion de las obras y traducciones de Virgilio, que publicó en cinco tomos (Valencia, 1795, oficina de los hermanos Orga), da preferencia á la traduccion poética de Guzman sobre la de Cristóbal de Mesa, á quien moteja de hacer grande abuso de la sinalefa; pero con igual razon pudo acusar á Guzman de ménos que mediano poeta y pesadísimo comentador, por más que fuese discípulo del Brócense y que Lope, en su Laurel de Apolo, silva 2.ª, le llame Virgilio castellano. Todo bien considerado, prefiero á Cristóbal de Mesa. Del maestro Diego Lopez, que tambien puso en prosa castellana las Geórgicas, tomando mucho de Fr. Luis de Leon, sólo hay que decir que no vale más esta parte de su trabajo que las otras.

Alcanzan gran celebridad en Europa la traduccion francesa de este poema por Delille, y las inglesas de Warton y Dryden.

IV. LA ENEIDA.


Hemos llegado á la última, á la más importante y celebrada de las composiciones de Virgilio, por la que es más conocido en el mundo como príncipe de los poetas latinos, y que constituye una de las pocas verdaderamente grandes epopeyas nacionales, que registra en sus páginas la historia de la literatura general. Realmente, en mi sentir, no hay más que dos: la Iliada y la Eneida, pues ni la misma Odisea, ni la Farsalia, ni los Argonautas, entre los antiguos, ni el inmortal poema filosófico del Dante, en-