últimos versos, dado que fuesen suyos, punto dudoso, debió componerlas en Nápoles.
Su modelo en el nuevo género que emprendia después de las Églogas fué Hesiodo, el anciano de Ascra, á lo que él mismo declara en el verso 176 del lib. II.
No ménos que á Teócrito sobrepujó Virgilio á Hesiodo, cuyo poema de Las Labores y los Dias, que al parecer le sirvió de modelo, dividido en su discurso por meses, á modo de calendario, es de una insoportable monotonía. Hesiodo es más agricultor que poeta; Virgilio por el contrario.
Divide éste su poema en cuatro libros, que tratan: el primero, de las cualidades y labranza de las tierras; el segundo, del arbolado, y particularmente del olivo y de la vid; el tercero, de los ganados, y el cuarto, de las abejas.
Todos convienen en que las Geórgicas son un admirable trozo de poesía, pero hay quien le niega la verdad en los preceptos y el mérito de la utilidad: en suma, se las acusa de ser un mal tratado de agricultura. Sin echármela de competente, desde luego me atrevo á declarar infundada la acusacion, y una de las razones que tengo para ello es ver citado á Virgilio como autoridad por las primeras autoridades en la materia; entre ellas Plinio el naturalista, nuestro español Columela, y áun el mismo Herrera, á pesar de los muchos siglos trascurridos y de la consiguiente gran diferencia en ideas y costumbres. Como si escociese á los críticos declarar sin restriccion el mérito de una obra, no parece sino que por fuerza han de sostener que flaquean por algun lado las que por todos los demás se ven en la dura necesidad de proclamar excelentes.
Las Geórgicas (Geórgicos dice Jovellanos, acaso porque subentiende el sustantivo libros, en sus Apuntamientos sobre el dialecto de Astúrias, obras completas, tomo I, pág. 345) han tenido los mismos ilustradores é intérpretes que las Églogas y la Eneida; pero creo que todavía pusieron en ellas mayor diligencia que en estas últimas, por razon sin duda de sus mayores utilidad y perfeccion.
Los más notables traductores españoles de las Geórgicas son, creo yo, Fr. Luis de Leon, Juan de Guzman y Cristóbal de Mesa. El primero hizo de ellas tres traducciones, una en prosa y dos en verso; de los libros III y IV no hizo, ó á lo ménos no conozco, en verso más que una. De estas traducciones poéticas dobles, una está