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Bernardino Rivadavia.


Pero donde campeaban los escritores oficiales con plena libertad, era en la crítica, festiva y maliciosa á veces. Los epígramas y las burlas de buena ley, brotaban como de fuente natural, del ingenio travieso de Varela.

Rivadavia era sin embargo un filántropo: por eso no olvidó á los huérfanos, á los desheredados del hogar, y al mismo tiempo que creaba la Sociedad de beneficencia, buscaba en ella una garantía para asegurar la existencia de las infelices criaturas confiadas á su dirección. Ese mismo hombre inspirándose en la alta influencia que ejerce el clero en las sociedades católicas, quiso hacer su acción benéfica en sumo grado, é instituyendo las conferencias semanales sobre moral religiosa, elocuencia sagrada y derecho canónico, llamarlo á tomar una parte honrosa, por que es eminentemente civilizadora, en la educación del pueblo.

Fué de este modo que aquel eminente ciudadano continuó su plan de reformas respecto del sistema colonial que había imperado hasta entonces.

La nueva era que abrieron para el país esas